lancea de capa al astado en medio de un vendaval de
arena que deja al albero en un síncope ululante cuando ya la tarde no es tarde
que es noche y el público tirita y suspira recordando los tiempos de Chenel
alabada sea la esbelta figura que ella dibuja con su alma para mi deleite
es efervescente la medicina que ahora hace estallar su tormenta en el vaso a punto de caerse
es efervescente la medicina que ahora hace estallar su tormenta en el vaso a punto de caerse
la juez de Sevilla ha decidido imputarse a sí misma,
una pierna
¿no es ese el sonido de un disparo? Sí, ese, ese
ese fatídico instante en el que el apetito se
transforma en hambre y el hambre inocula su inconsistencia en los cerebros
llega, está llegando un eco de victoria de la dignidad
al país del odio y todos se miran para saber quiénes somos nosotros
la goma de borrar permanece posada sobre la mesa pero
ha perdido su olor a vainilla y su color de manzana
me gustaría que alguien me explicara por qué se sabe
que nadie estaba leyendo el libro que apareció abierto entre las ruinas del
casino
¿alguien sabe por qué el pianista de The Doors no ha
podido venir todavía?
bajas uno a uno los peldaños de la escalera con la
mala suerte de que el muro ya no se sostiene y deja de existir… es lo que
tienen las guerras
decide que acercarse a escuchar a la cigarra aquella
tarde es mejor que bajar caminando a la playa de Los Locos pero no sabe que la
cigarra murió por la noche mientras ella soñaba con la playa de Los Locos y con
una hoguera
del despacho salía un extraño olor y el inequívoco
sonido de un jazz letárgico poco antes de que al abrirse la puerta se viera
claramente a Coltrane despedirse del director general
hay en el remanso de la tarde un dolor como de piedras
te caes rodando por las escaleras del hospital
mientras a ella le están dando el alta para poder irse a morir ya a vuestra
casa
se cierra la tapa del piano sobre mis dedos y no puedo
escribir esto
me dicen que me van a hacer una fiesta sorpresa por mi
cumpleaños, por si quiero invitar a alguien
hueles a algo así como a limón dentro de un gin-tonic,
sí tú
suele sonar una musiquilla desquiciante cada vez que
se abren las puertas de la mercería donde ella compra los hilos y esas cosas
pero a nadie parece importarle
no sabe que es un sapo, la rana
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