Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara; LA CANCIÓN DEL MES

Cinco minutos y el vacío, el abismo del silencio donde no podríamos escuchar jamás la voz paciente de Víctor Jara cantarnos la canción de la ausencia, la canción de la imagen del dolor antes de doler. Amanda, te recuerdo amando y me recuerdo escuchando por primera vez su muerte, la muerte de Manuel. 1969, Chile.

“Te recuerdo Amanda, la calle mojada. corriendo a la fábrica donde trabajaba Manuel, la sonrisa ancha, la lluvia en el pelo, no importaba nada, ibas a encontrarte con él, con él, con él, con él, con él, con él: son cinco minutos, la vida es eterna en cinco minutos, suena la sirena de vuelta al trabajo y tu caminando lo iluminas todo, los cinco minutos te hacen florecer.
Te recuerdo Amanda, la calle mojada, corriendo a la fábrica donde trabajaba Manuel, la sonrisa ancha, la lluvia en el pelo, no importaba nada, ibas a encontrarte con él, con él, con él, con él, con él, con él, que partió a la sierra, que nunca hizo daño, que partió a la sierra y en cinco minutos quedó destrozado: suena la sirena de vuelta al trabajo, muchos no volvieron, tampoco Manuel.
Te recuerdo Amanda
La calle mojada
Corriendo a la fábrica
Donde trabajaba Manuel”.



Víctor Jara contó que compuso Te recuerdo Amanda en Londres. Era 1968:
“Ya tenía algo en mi cabeza. Es la historia de una pareja joven de obreros que conocí. Me hice amigo de ellos, supe de sus problemas y sentí cuando se separaron. En el hotel donde vivía en la capital inglesa, acompañado de mi guitarra, di forma a la canción”. 

Sus padres se llamaban Amanda y Manuel. Sus hijas, Amanda y Manuela.

Aunque en el elepé donde se incluía (Pongo en tus manos abiertas...), el grupo que acompañaba a Jara era el de sus compatriotas Quilapayún, la canción Te recuerdo Amanda suena casi desnuda, únicamente corporizada en la luminosa voz y la guitarra del futuro mártir (casi) universal, su compositor. Cuesta creer que ocupara la cara B del primer sencillo extraído de aquel disco, con la muy combativa Plegaria a un labrador en la A (compuesta por Patricio Castillo, de Quilapayún).

TE RECUERDO
Asesinar a un cantor no es poca cosa,
es un crimen celestial
de lesa majestad,
es un acto de injusticia poética
inverosímil,
asesinar a un poeta es hacer rodajas el cielo,
es triturar la primavera,
es edificar una noche sin bocas ni sueños;
asesinarte querido Víctor fue el colmo,
un hasta aquí hemos llegado,
como un relámpago de palomas,
fue hacernos saber cómo es eso de matar.
Cuántas lágrimas caben en una guitarra,
asesinarte no sirvió de nada.
Finalmente, te recuerdo Víctor,
te recordamos alegre y hombre.


“En el primer paseo de la mañana veo a una pareja de adolescentes que se come a besos en una esquina donde la atmósfera son sus bocas, cinco minutos antes de que suene la sirena del instituto, como si no se hubieran visto en mucho tiempo, como si no fueran a verse más, como si realmente fuesen la Amanda y el Manuel de Víctor Jara. Hay sociólogos que comparan el instituto o la universidad con una cárcel o una fábrica, pero yo no estoy de acuerdo; por la misma razón por la que los planetas no son iguales ni la distancia que les separa del sol es la misma. Mi abuelo estuvo en la cárcel y los cinco minutos de los que disponía escribía cartas a mi abuela huérfana a León, oculto en una esquina de un patio sin oxígeno. A la misma edad de la de la pareja que yo veo.
Hay días en que Amanda, me adelanta envuelta en la gravedad de la prisa para ganarle medio minuto más a la saliva del tiempo. Y yo imagino, sé, que irá pensando en Manuel y en su boca y en su cuello y en sus manos y en esos cinco minutos en que la vida es eterna y lo ilumina todo. Y la sirena que suena cuando les miro es la de la vuelta a mi abuelo. Es como viajar a Marte metida en uno de esos trajes que te permiten flotar.
Las cartas que mi abuelo escribía partían por la sierra hasta llegar a una calle mojada donde las manos obreras de mi abuela de quince años corrían a recibirlas. A veces, había palabras que no se entendían, envueltas en la gravedad de la prisa por ganarle media página más a la savia del tiempo.
En el primer paseo de la mañana, una pareja de adolescentes se come a besos, mi abuelo escribe una carta, Víctor Jara me canta una canción y yo viajo a Marte; las sirenas tienen sonrisas anchas y la vida es eterna.
En cinco minutos”.

Lourdes Cacho Escudero: ‘Te recuerdo Amanda’, de su libro El hospital del alma.

Calexico (y Jairo Zavala, el alma de Depedro) cantaron Victor Jara's Hands (incluida en el disco del grupo estadounidense Carried to Dust, de 2008):

Wire fences still coiled with flowers of the night
Songs of the birds like hands call the earth to witness
Sever from fear before taking flight
Fences that fail and fall to the ground
Bearing the fruit from Jara's hands
Me siento solo y perdido una vela alumbra mi camino
Cruzando tierras que nunca he visto
Cruzando el rio de mi destino
Solo soy un chico más que sueña en alto y mirando al mar
Fences that fail and fall to the ground
Bearing the fruit from Jara's hands
Fences that fail and fall to the ground
Bearing the fruit from Jara's hands


Traducido:
Alambradas aún ensortijadas con flores de la noche
cantos de los pájaros como manos que llaman a la tierra para que sea testigo
amputan el miedo antes de emprender el vuelo
Vallas que fracasan y caen al suelo
soportando el fruto de las manos de Jara
Me siento solo y perdido, una vela alumbra mi camino
Cruzando tierras que nunca he visto
Cruzando el río de mi destino
Solo soy un chico más que sueña en alto y mirando al mar
Vallas que fracasan y caen al suelo
soportando el fruto de las manos de Jara
Vallas que fracasan y caen al suelo
soportando el fruto de las manos de Jara

[autores de la canción: Jairo Zavala Ruiz / Joseph Burns]

[Te mataron hace tanto tiempo, tanto.
Pero ya no importa, porque ya sabemos cómo mirar a la pura maldad, al mal indudable. Cómo enfrentarlo.
Con tipos como tú.]

Comentarios

Entradas populares

Los textos incluidos en este blog son propiedad exclusiva de sus autores. Se permite su uso y reproducción, siempre y cuando se respete su integridad, se cite la fuente y su utilización no busque fines comerciales ni implique la obtención de ingresos económicos de cualquier tipo.