Tengo que taparme la boca, que no me vean
en la tele lo que digo. Ya me han quitado otra vez el balón. El de siempre.
Zamercas. Me levanto en un rato, que le parezca al míster que me ha dado. El
árbitro ya sé que lo ha visto. ¿Por qué le decimos el míster? A este y a todos. El míster. Pienso y parece que hablo
con alguien. A veces creo que hasta gesticulo. Que muevo los labios. Abrir abro
la boca, seguro. Messi hace lo mismo. Lo sé, una vez le quité un balón. Y luego
él a mí. El domingo que viene jugamos otra vez contra él y su equipo. Messi,
menudo jugadorazo. ¡Y qué bien huele hoy el césped! Vuelve Zamercas, que no me
echen el balón. Ahí está. El balón. Cuuufff, cuuuf, hop, ay… ¡Penalti! Ahora va
el puto VAR y lo anula. El árbitro me está mirando. Y Zamercas. Me he caído, no
me he tirado. Todo el mundo ha podido verme decirlo. Esta vez no lo pensaba.
Pero tocarme me ha tocado. De pequeño me salía muy bien. Era entrar en el área
y tra tra, al suelo, como si me hubiesen disparado. A veces hasta no había nadie
cerca. Me levantaba como si tal cosa. No hay penalti. Me duele todo el cuerpo.
¿Cuánto queda? No le oigo. Miro el marcador. Ya hemos acabado, queda el
añadido. Tres minutos. Estoy llorando. Zamercas viene con la pelota. Se la
quito y se acaba el partido. ¡Ay va! ¿Por dónde se ha metido el hijoputa? Hop,
hop, hop, uiyyiiyyy, no llego. Y Jacarte no le ataja. Que salga Zombi, que
salga de la portería. !!!!Ahhhhhh¡¡¡¡ Me ha dado un calambre quepaqué. No
quiero mirar. El césped huele demasiado bien. A césped de invierno. Estoy
llorando.
Tengo siete libros publicados, también escribo mi segunda novela. Me gusta (mucho) Nacho Vegas, Jonathan Coe, Rodrigo Sorogoyen, MARGA y reírme. Dijeron que era un agitador cultural, pero lo que prefiero ver escrito sobre mí es eso, que soy un escritor. Ibáñez escribe.
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