Corto, (me) largo

Al escritor de microrrelatos le asaltaron las dudas. ¡Manos arriba!, le gritaron. Y levantó sus manos. 

Pero antes de que las dudas tomaran la iniciativa, que ya la habían tomado, el escritor de microrrelatos les planteó a las dudas una duda que él mismo tenía: ¿cuántas palabras le faltan a un microrrelato para ser un relato? 

Las dudas se miraron todas ellas como si no dieran crédito. Y no podían darlo. No tenían un chavo. Pero una de ellas respondió como hacen los filósofos, con una pregunta. (¡Qué útil es la filosofía!, ¿que no?) ¿Y cuántas palabras necesita un relato para dejar de serlo y convertirse en una novela? 

Eso disipó las dudas del escritor de microrrelatos, que escribió este microrrelato que pudiera ser quizás quien sabe a lo mejor tal vez un relato, pero jamás una novela; eso ya te lo digo yo a ti que lees esta novela falsa y demediada que es un microrrelato (quizás un poco) largo (para mi gusto y) que es un relato corto muy corto. 

Corto. Y cambio.


[arte de Miki Leal]

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