Escribí un cuento conmovido tras leer a Piglia y me acordé de que cuando leo a Gavilanes me pasa algo parecido. Algo parecido porque la literatura magnífica nos modifica. A mí por lo menos.
En ese cuento puedes leer por ejemplo:
En ese cuento puedes leer por ejemplo:
No he encontrado ningún
manuscrito de Unamuno ni la letra perdida de ninguna canción de Cecilia. Pero
sí que hubo una vez que edité y publiqué un libro de Araceli Gomaraz. No podía
creérmelo cuando me dijo que sí, que tenía algo para mí. Gomaraz había escrito
ya sus dos primeros poemarios, la novela Aturdida
en la sala de esperanza y su libro de relatos Estoy pensando en dejarme. Era una escritora de un prestigio tan
grande como escasa su popularidad. Lo normal en aquellos años en los que
Landero podía acudir a la Feria del Libro de Madrid y no congregar apenas nadie
en la caseta de su editorial una tarde de domingo primaveral. Gomaraz es ahora…
Bueno, todos conocéis a Araceli. No necesito esforzarme en calificar su obra o
en alumbrar el mérito de su literatura perfecta.
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