suenan sus pasos bajando la
escalera, sus pisadas, no sus pasos, sus atropelladas pisadas en la noche eterna
¿escuchas el filamento de la nostalgia desentumecerse para agrietarte el ánimo?
más bien lo que me llega desde no muy lejos es el sonido alucinado del primer blues
de doce maneras distintas son capaces de pronunciar esas gentes la palabra eutanasia
como si desde el Sur me llegara la infección que te tiene sumida en las llamas, siento en mi boca el temblor producido por el taladro insuficiente que asola esa muela abrasiva
no suena absolutamente nada, o mejor, suena eso, la nada y su insoportable chirrido de hiena
regreso asustado desde el exilio de sus brazos ya amargos para decidir el olor que me aturda en la muerte
juega al fútbol con un balón de verdad, de reglamento, como decíamos entonces, un balón que entre sus pies es la música de su tiempo
sube hacia la cumbre como si la cumbre fuera él
bailes junto a la hoguera para inventar el ritual del agradecimiento por el fuego
insiste en presionar la clavija contra el enchufe pese a resistencia del enchufe y la falta de buena disposición de la clavija
baila sobre el agua a través de la tormenta como el fantasma que cree que es
olvidé que era él quien se olvidó de recordarme quién era
buscas una foto de Fred Astaire y cuando la encuentras piensas que si en el cielo bailaran así de qué íbamos a estar aquí en este valle de lágrimas tan sieso
hay algo en su historia, señor Robinson, que no me termina de cuadrar, algo que no encaja, que haya querido regresar con nosotros, eso no lo entiendo
baila rodeado de cadáveres… que no, que son zombies… ah, bueno, qué susto
el olor a carne quemada no llega suficientemente a su nariz, abotargada por sus creencias
no dices no pero no dices
la alarma ha comenzado a sonar en medio de la noche en la ciudad abandonada
si no se te ocurre nada, lo mejor es decirlo, escribirlo: no se me ocurre nada
¿escuchas el filamento de la nostalgia desentumecerse para agrietarte el ánimo?
más bien lo que me llega desde no muy lejos es el sonido alucinado del primer blues
de doce maneras distintas son capaces de pronunciar esas gentes la palabra eutanasia
como si desde el Sur me llegara la infección que te tiene sumida en las llamas, siento en mi boca el temblor producido por el taladro insuficiente que asola esa muela abrasiva
no suena absolutamente nada, o mejor, suena eso, la nada y su insoportable chirrido de hiena
regreso asustado desde el exilio de sus brazos ya amargos para decidir el olor que me aturda en la muerte
juega al fútbol con un balón de verdad, de reglamento, como decíamos entonces, un balón que entre sus pies es la música de su tiempo
sube hacia la cumbre como si la cumbre fuera él
bailes junto a la hoguera para inventar el ritual del agradecimiento por el fuego
insiste en presionar la clavija contra el enchufe pese a resistencia del enchufe y la falta de buena disposición de la clavija
baila sobre el agua a través de la tormenta como el fantasma que cree que es
olvidé que era él quien se olvidó de recordarme quién era
buscas una foto de Fred Astaire y cuando la encuentras piensas que si en el cielo bailaran así de qué íbamos a estar aquí en este valle de lágrimas tan sieso
hay algo en su historia, señor Robinson, que no me termina de cuadrar, algo que no encaja, que haya querido regresar con nosotros, eso no lo entiendo
baila rodeado de cadáveres… que no, que son zombies… ah, bueno, qué susto
el olor a carne quemada no llega suficientemente a su nariz, abotargada por sus creencias
no dices no pero no dices
la alarma ha comenzado a sonar en medio de la noche en la ciudad abandonada
si no se te ocurre nada, lo mejor es decirlo, escribirlo: no se me ocurre nada
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