Veneno Kiko Veneno
El consumo de las familias
mantiene el crecimiento del peibé
Kiko Veneno no es Joselito
menudo verso para arrancar
un poema de estos en cascada
sobre todo si escuchas un
disco que se llama Un jardinero en la Antártida
y una canción de ese disco
de nombre Enero y recuerdas enero
sobre todo si te viene a
la memoria un libro editado por ti, uno de un título así:
Todo es falso salvo alguna
cosa (observaciones sobre el mundo contemporáneo)
vaya vaya con esta poesía
torrencial de esas de apariencia intensa sin serlo
de esas en que muestras el
dolor de la tristeza y el abandono y la huida
una poesía de esas donde
vomitas todo tu azúcar sin quemar en plan perdedor
de esas llenas de palabras
que en realidad ya no sientes porque vuelas como un dios
vamos con otro verso de
esos inflados por las estadísticas del día a día inútil
La gran extinción de la
era de los dinosaurios llegó hasta los polos
a buenas horas, me digo
yo, a buenas horas, ahora que ya somos todos sapiens sapiens sin saberlo
menudo verso este también,
¿qué no?, menudo verso para prorrogar un poema intenso y en cascada
uno de esos poemas donde
al poeta se le ve el plumero de la dicha tapando la crueldad del zafarse
justo en el momento en que
escucha del disco ese de la Antártida una canción llamada Cuatro horas
una canción de amor o de
desamor o de llegar o de irse o de ser o de estar o de reír o llorar
reír y llorar, como
cantaba Kiko Veneno: vivir la vida en medio de la vida
y habrá que ir pensando en
cerrar esta catarata de versos o lo que sea esto que lees y yo escribo
a ver qué tal (hablando de
vida):
El casco inteligente para
motos que puede salvar tu vida
ahí queda eso, perdonadme
tanto dislate pues del amor no se puede esperar mucho seso
Es posible que
la mañana en la que Kiko
Veneno
veía en la playa
la espina de un pez
fuera la misma
en la que Manolo García
no tuvo más remedio
que escribir INSURRECCIÓN,
la misma en la que
yo ignoraba que en mi
imaginación
no había noticia alguna de
Marga,
de su voz de álamo
y de la esquiva intención
del tiempo,
ajeno a las canciones que
hoy
escuchamos ella y yo
sobre el mundo
reblandecido
a nuestros pies
Kiko Veneno no es Joselito
ni es del todo catalán
ni del todo ciudadano
universal
ni tampoco del todo
andaluz
pero sí es por completo
música,
la música de las entrañas
y la piel y las aceras
vitales
y vitalicias.
Kiko Veneno es un duende
amante de la sinrazón de
lo razonable,
directo empuñador
de verdades como puños
y melodías que de tan
humanas
resultan ser lo que son,
nuestras, de todos.
Porque Kiko Veneno soy yo
aunque no me haya cruzado
con él
jamás,
o más bien sí, porque
llevo toda la vida
cantándole.
Qué pena de muchacho,
Con lo grande que es
Y lo pequeño que se queda
Cuando le ponemos al lado
De todas sus canciones.
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