Es una feliz noticia la de ayer (20 de noviembre de 2018), sin
duda. Una feliz noticia que nos muestra la realidad como siempre es: una
realidad imperfecta, inasequible a la unanimidad y alejada de la bondad
absoluta.
ETA pide un perdón miserable por
selecto, pero pide perdón. Es un avance hacia el final de la ignominia, hacia
el depósito en el PASADO del terrorismo nacionalista vasco, hacia el definitivo
destino de la violencia etarra en el cajón donde acudiremos los historiadores
para explicar por qué, cómo, cuándo y dónde ocurrió todo aquello. Un cajón
donde estará la llave del porvenir pacífico de la sociedad civil española en su
conjunto y especialmente de la sociedad civil vasca en su particularidad espero
que no arbitraria y suicida.
ETA, quiero verte ya sólo en los textos
de los historiadores y en las sentencias de los jueces.
No hubo conflicto, por eso ahora no hay
paz. Sólo hay descanso.
[ilustración de Malagón]
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