20 microrrelatos y uno de regalo (toma DOS)


la pared de su casa ya no es pared, es tapia, y las balas desconchan su obra que es ya digo solo parapeto mientras él llora enhiesto pero aturdido, tras ella

será un lugar común pero los dos tras veintisiete años sin verse se dijeron que eran en ese instante el mismo joven / la misma joven del / de la que se enamoraron, y lo eran

¡debe de ganar mucho dinero¡, fue la pregunta oculta e indiscreta a la que ella contestó no, qué va, solo es editor

en el arrebatado momento del éxtasis recibe en una zona que desconoce de su cerebro cautivado una línea de conocimiento que le muestra a ella cuando todavía era la joven que ya no es, espléndida sobre unas piernas esbeltas en su rotundidad deseable idénticas a las que ahora mismo él se sujeta para no naufragar en el mar de apasionamiento al borde de lo enfermizo en que se sume cada vez que la abraza y se deja abrazar por ella, una imagen que flota levemente en la cercanía del sueño que no le vencerá para atormentarle con un recuerdo que no existe de algo que él no pudo disfrutar mientras vivía su propia vida incompleta e ilusoria

no te preocupes, escuchó, y la certeza de la desdicha se abatió sobre sus hombros despreocupados

convierte cada instante en un segmento exacto que unen el deseo y el vértigo con el placer y la calma

es zurdo y acaba de hacer una finta con la que han caído al suelo tres rivales, todavía no ha usado su pierna buena y ya se dispone a lanzar sobre la portería rival cuando, de repente, cae fulminado sin que nadie le haya acercado un músculo, pero sí una voz desde la grada que le ha gritado: Salva… Soy mami

inexpugnable y nada dócil, Juan consiguió romper su telón de acero, la enamoró, vivieron con esas dosis de felicidad que nos acompañan de una manera estelar tan en ocasiones y dejaron que las luces se apagaran una a una hasta que ella regresó a su categoría de inexpugnable y nada dócil

se torció el tobillo al pisar mal un escalón cuando quería entrar precipitadamente al vagón del metro que ya estaba a punto de partir, pero consiguió acceder, maltrecho, en su interior, donde sus ocupantes le miraban con estupor pues había tenido la desfachatez de dañarse… el izquierdo

te regala un libro, uno que ella ha elegido porque sabe que es precisamente ese y no otro el que quieres leer estos días, y cuando la besas para agradecerle su delicadeza sientes que en realidad es una ofrenda donde se encierra la vida que ha elegido para ti
  
sueña mientras él cuida de no desmoronar sus sueños que pisa con aire de danzante antiguo, sueña con una playa y un sol y un libro, con el agua del mar en los dedos de los pies, con el abrazo antes de la luna, mientras la luz se apaga y él la besa y le recita al oído unos versos de fuego


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