la pared de su casa ya no es
pared, es tapia, y las balas desconchan su obra que es ya digo solo parapeto
mientras él llora enhiesto pero aturdido, tras ella
será un lugar común pero los
dos tras veintisiete años sin verse se dijeron que eran en ese instante el
mismo joven / la misma joven del / de la que se enamoraron, y lo eran
¡debe de ganar mucho dinero¡, fue la pregunta oculta e indiscreta a la que ella
contestó no, qué va, solo es editor
en el arrebatado momento del
éxtasis recibe en una zona que desconoce de su cerebro cautivado una línea de
conocimiento que le muestra a ella cuando todavía era la joven que ya no es,
espléndida sobre unas piernas esbeltas en su rotundidad deseable idénticas a
las que ahora mismo él se sujeta para no naufragar en el mar de apasionamiento
al borde de lo enfermizo en que se sume cada vez que la abraza y se deja
abrazar por ella, una imagen que flota levemente en la cercanía del sueño que
no le vencerá para atormentarle con un recuerdo que no existe de algo que él no
pudo disfrutar mientras vivía su propia vida incompleta e ilusoria
no te preocupes,
escuchó, y la certeza de la desdicha se abatió sobre sus hombros despreocupados
convierte cada instante en un
segmento exacto que unen el deseo y el vértigo con el placer y la calma
es zurdo y acaba de hacer una
finta con la que han caído al suelo tres rivales, todavía no ha usado su pierna
buena y ya se dispone a lanzar sobre la portería rival cuando, de repente, cae
fulminado sin que nadie le haya acercado un músculo, pero sí una voz desde la
grada que le ha gritado: Salva… Soy mami
inexpugnable y nada dócil, Juan
consiguió romper su telón de acero, la enamoró, vivieron con esas dosis de
felicidad que nos acompañan de una manera estelar tan en ocasiones y dejaron
que las luces se apagaran una a una hasta que ella regresó a su categoría de
inexpugnable y nada dócil
se torció el tobillo al pisar
mal un escalón cuando quería entrar precipitadamente al vagón del metro que ya
estaba a punto de partir, pero consiguió acceder, maltrecho, en su interior,
donde sus ocupantes le miraban con estupor pues había tenido la desfachatez de
dañarse… el izquierdo
te regala un libro, uno que
ella ha elegido porque sabe que es precisamente ese y no otro el que quieres
leer estos días, y cuando la besas para agradecerle su delicadeza sientes que en
realidad es una ofrenda donde se encierra la vida que ha elegido para ti
sueña mientras él cuida de no
desmoronar sus sueños que pisa con aire de danzante antiguo, sueña con una
playa y un sol y un libro, con el agua del mar en los dedos de los pies, con el
abrazo antes de la luna, mientras la luz se apaga y él la besa y le recita al
oído unos versos de fuego
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.