El Grito intenta vencer en medio de la desdicha

Skrik
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No conseguimos escuchar El Grito
porque enmudecemos al verlo
y así no hay manera
de que el frío incomprensible del arte
se convierta del todo en el ascua
donde estar en ascuas;
presos de la férrea disciplina
inmersa en la belleza aterradora
de la soledad del alma,
no somos capaces de eludir El Grito
y, finalmente, estalla
sobre el silencio de la derrota
como un disparo de sangre,
como un atardecer rojo fuego,
sin que las manos puedan
suspender el dolor de la voz
desgarrada que no necesita
auxilio
pero lo solicita angustiada,
humana.

No somos capaces de concebir El Grito,
únicamente lo sabemos ahí,
al borde del camino
que seguimos mientras
El Grito intenta vencer
en medio de la desdicha
que tan bien se nos da
a los que destruiremos la Tierra.

Y, al final, la esperanza,
la esperanza de que El Grito
sea una mentira más,
la mentira definitiva
de los que robaron el arte
a los dioses
para inventarnos a nosotros,
los sapiens sapiens,
los humanos estremecidos por El Grito.

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