
Los famosos, el famoseo, las celebridades que no son más que
actores de cine, escritores de novelas, empresarios de éxito, sufridores de
accidentes, casuales protagonistas de hechos insólitos fácilmente olvidables,
políticos próximos a pasar por los tribunales, periodistas de cotilleos o
periodistas cotillas de la actualidad o periodistas de lo importante sin
importancia, vidas atribuladas cargadas de culpa y de deseos incomprensibles,
supervivientes al tráfico de
una ciudad cosmopolita que nunca duerme repleta de
sucedáneos de la felicidad, ciudadanos de un universo poblado de inverosímiles truhanes
incapaces de reconocerse a sí mismos, humanos demasiado humanos asidos al
destello de la dicha que parece ser siempre al final un mero espejismo sin
gracia ni sentido, especuladores y familiares que aman la sensación de ser
familiares…
Woody Allen en una de sus películas más tristes que al final
no tiene maldita sea la gracia.
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