Tiene que haber dioses

El conocimiento venimos adquiriéndolo los seres humanos desde que somos seres humanos por tres vías: la religión, el arte y la ciencia.

La última en llegar ha sido la ciencia, y en este pequeño intervalo ha logrado tal reputación que incluso se permite ridiculizar a las otras dos desde su estrado sabelotodo y molón.

[Digamos que la ciencia llegó la última porque antes no se distinguía del mito ni de la religión que siguió al mito, ni del arte que era más magia que otra cosa.]

Yo elijo la ciencia, no obstante. Da menos quebraderos de cabeza.

Tiene que haber dioses,
en alguna parte han de serlo,
dioses sobre nuestros andares de simios,
dioses frente a nuestros rostros animales,
dioses que nos
iluminan el color con el que pinta el mago;
los puedo sentir cada vez que creo estar dormido,
dioses que me enseñan a escoger esta piedra con la que rasgo,
dioses que muestran a nuestras mujeres las hierbas de la vida,
dioses que les dicen a las bestias cuándo han de morirse
y así darnos la sangre que necesitamos
para adorarles a ellos,
a los dioses que se visten de Luna cuando la noche es de todos,
a los dioses que arden en el Sol cuando la noche yace muerta

dentro de nuestras cabezas camino de las estrellas.

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