Kenneth Lonergan escribió y dirigió en 2106 una de esas películas que se te quedan prendidas en el alma.
Con una música compuesta magistralmente por Lesley Barber y una interpretación protagónica deslumbrante a cargo de Casey Affleck (y todo el elenco que con él han creado una obra de arte memorable, un monumento cinematográfico e interpretativo de primer orden), las poco más de dos horas de Manchester by the Sea (Manchester frente al mar en las pantallas españolas) se introducen en nuestras vidas a través de nuestros ojos y nuestros oídos como si el hermosamente doloroso y terrible dolor de los demás no fuera al fin y al cabo el dolor de todos.
La culpa y el frío aliento del desamor, el egoísmo irresponsable y el cariño arraigado, el hilo vital que nos ata suavemente a las certezas y el sopor inconsciente de lo que no somos capaces de entender. Los días de los seres humanos sobre la Tierra desde que la casualidad galáctica nos puso sobre ella para zarandearnos y mostrarnos los paisajes, el mar y las sonrisas de los demás. Ayer por la tarde me senté con ELLA a ver el mar y lo que vi era mucho más bello que la fiereza admirable del mar en calma, lo que vi fue una película inolvidable (que nos hizo llorar emocionada y acongojadamente).
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