¿Islamofobia? No gracias. ¿Occidentofobia? Tampoco


Existen ahora mismo tres tendencias respecto de la interpretación de los luctuosos y aberrantes hechos ocurridos en Cataluña estos días atrás.

Por un lado, en un extremo, se sitúan los islamófobos, los 'morófobos', así, sin más, sin matices, bestezuelas que no atienden a razones y a las que es difícil sacarlas -es imposible mejor dicho- de su estulticia ignorante.

Por otro, en el otro extremo, se muestran, fantásticos ellos, los que consideran que la culpa es de Occidente y que nos lo tenemos ganado por opresores y fascistoides (son los brutitos adocenados seguidores de aquello de lasociedadeslaculpable); gentes con quien discutir es también imposible porque su ideología 'destroyer' les impide entender absolutamente nada de la realidad pasada y presente.

Y, por último, en eso que algunos llamarían equidistancia (¡ja!), nos hallamos los que consideramos que el terrorismo islamista es una manera de atacar nuestros principios más respetables y nuestras vidas desde la interpretación habitual, aunque no única, del islam como modo de vida y como religión que lo impregna todo, los que creemos que el Estado de Derecho puede bastarse solo, con todos sus elementos, para acabar con esa lacra, siempre y cuando entendamos que la duda entre seguridad y libertad ha de estar siempre del lado de quien sufre, y no de quien causa el sufrimiento.

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