Señora Carmena: gilipolleces, las justas, por Ignacio Fontes de Garnica

No era un gran político, como no lo era, ni lo es, su partido. Más bien, era como un cachorrito desvalido al que los sicarios asesinos de la banda etarra descerrajaron dos tiros en la cabeza: el de la hiena 'Txapote', en el centro de la nuca, firma de su infame casa...
Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en el ayuntamiento de Ermua, Vizcaya, no era mejor ni peor que cualquiera de las víctimas anteriores a este veinte aniversario de su asesinato ni tampoco de las que siguieron luego en el macabro, lento, seguro desangramiento al que nos sometió la banda terrorista. Pero la cobarde crueldad de su asesinato galvanizó a la sociedad, incluso a muchos de los que hasta entonces, como quizá después, miraban para otro lado y se excusaban con el ominoso 'Algo habrá hecho'... En su ansia sangrienta y prepotente, la estúpida soberbia de la pandilla dirigente de las ratas asesinas firmó el principio del fin del principio del fin de su miserable existencia.
Ese día, el 10 de julio de 1997, ETA supo que tampoco podría doblegar a la sociedad.
ONG tan poco sospechosa como el Movimiento Contra la Intolerancia, siempre en el lado de las causas justas, ha pedido al Ayuntamiento de Madriz que recuerde aquella fecha histórica para la derrota final del terrorismo etarra colgando una pancarta en el antes Palacio de Correos, hoy sede del Ayuntamiento de Madriz por obra y gracia de aquel microfaraón llamado Gallardín. Carmena, su gobierno se ha despachado con una contestación negativa en términos propios del cinismo del PP: “supondría destacar a una víctima sobre todas las demás, lo que no parece procedente desde el punto de vista institucional”. Una negativa tanto más ofensiva cuanto que el pueblo de Madriz interiorizó como propia la tragedia del joven concejal ermuarra: una vigilia en la Puerta del Sol acompañó las 48 horas del ultimátum al que sometieron al secuestrado antes de asesinarlo si los presos etarras no eran trasladados a cárceles del País Vasco y una gigantesca manifestación tras haber consumado el crimen, comparable a las de las protestas por los crímenes fascistas de los abogados laboralistas de Atocha y por el intento de golpe de estado del mismo signo del 23-F-81.
No es necesario, como he visto hacer por ahí a los oportunistas descerebrados de plantilla y sus portavoces a sueldo en los medios –a quienes les interesa más el ruido partidista que la defensa de los principios–, comparar esta torpe negativa con la pancarta pro-refugiados o el banderón LGTBI que han ocupado la fachada de ‘Nuestra Señora de las Telecomunicaciones’. Es peor: con su negativa, Carmena y su equipo municipal avalan la banalidad del mal.
Con su negativa, en fin, Carmena y Ahora Madrid dejan que el PP se apropie en exclusiva de un símbolo común del coraje de la sociedad frente al chantaje del terror. Estamos rodeados de imbéciles.
Mal asunto: para ella, desde luego –que, además, se contradice consigo misma cuando afirma que los derechos humanos son individuales, refiriéndose a los refugiados–, pero, sobre todo, para nosotros, ciudadanos madrileños, a quienes nos gobierna y nos sentimos a gusto con su gobierno...
Ignacio Fontes de Garnica

Comentarios

  1. Me gustaría que desparecieran todas las pancartas idiotas sobre los edificios públicos madrileños. Todas.
    Las que saludan a personas que nunca llegan ni llegarán pero a las que saludarlas da un rédito y un crédito de molonismo fetén, las de las mujeres maltratadas que seguirán siendo maltratadas mientras las pancartas se exhiben denunciando su desgracia pero sin hacer nada por evitarla, las del colectivo LGTBIQ(yaparo) que ya ha tenido su merecida semana de reconocimiento reconocible. Todas esas.
    Fuera.
    La función pública local debería de preocuparse de mantener en primer lugar limpias las calles de basura, y luego ya del molonismo, ese molonismo en el que no encaja conmemorar los días en los que la sociedad civil comenzó a derrotar al terror por medio de unas manos blancas pobladas de la auténtica democracia, las de los que no llevan la muerte clavada en el alma.
    Entender este asunto, el símbolo que es ya Miguel Ángel Blanco, el asesinado Miguel Ángel Blanco, como un asunto de militantes del PP es ser mezquino o ignorante.
    Aquellos días son los días en los que la sociedad civil comenzó a derrotar al terror a base de democracia. Miguel Ángel éramos todos los que no éramos terroristas vascos, nacionalistas ensangrentados ensangrentadores. Hay asuntos en los que los matices son balas. Sólo balas.

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