Se enamoró de un fan

En un cuento escribí que mi amigo Quique se encontraba en Nueva York hace pocos años con alguien que fue muy especial en los tiempos en que éramos reyes, Blondie, bueno Debbie Harry, y la dijo holaDebbiemellamoQuiqueyhevenidohastaaquísóloparasaberquenofuisteunsueño.

Pues bien, hoy yo “me he encontrado” con Rubi. Y la he recordado que en 1980, o así, la pude ver cantando en Madriz, en la escuela de Arquitectura de la Politécnica, en la Ciudad Universitaria. Recuerdos del pelo largo.

Alguien que estaba delante de mí se pasó un buen rato pidiéndola que se quitara su chupa de cuero. Lo consiguió. Marité seguía cantando sus rítmicos latidos de pop y se nos mostró deslumbrante con un chaleco esplendoroso, pequeño y esplendoroso. Esa persona no se conformó y la pidió más. Que se quitara también el chaleco. Rubi no lo hizo. Y hoy la he explicado a qué respondían los gestos que muchos la hacían desde abajo, desde donde asistíamos a su concierto repleto de ese encanto que siempre ha derrochado en su carrera, tan Marité, tan de enamorarse de un fan, tan apropiado para que un fan se enamorara de ella. Para siempre.

(Marité, tampoco tú fuiste un sueño.)


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