El fútbol es la cosa más importante de las cosas sin importancia
De todas las cosas sin importancia,
el fútbol es, de largo, la más importante. Según quien digamos que dijo una
frase u otra, ¿idénticas?, podremos apadrinarlas con un futbolero profesional o
con un papa (profesional). La que titula esto (¿qué es esto?) la habría dicho
el laureado y exitoso entrenador italiano Arrigo Sacchi. La que abre esto
(¿pero esto qué es?) la habría pronunciado el papa polaco de Roma y del mundo
católico universal Juan Pablo II.
Dejo el asuntillo no menor de quién dijo aquello y si uno se apropió del cacumen del otro o si ni siquiera el uno ni el otro afirmaran tales cosas que son la misma cosa. Ya está: dejado.
Pero sí, el fútbol es algo
vitalmente esencial que no está entre los asuntos imprescindibles de cuantos
nos agobian y nos viven pero sí es si
no el más si uno de los principales ámbitos de trascendencia humana no capital.
El fútbol. Empecé a jugarlo cuando era un mocoso, literalmente. Y lo vi antes, de hecho yo anduve por vez primera, aprendíaaandar, cuando lo del Gol de Marcelino a la Rusia culpable, cuando la que no podía ser llamada La Roja ganó su primer campeonato europeo de selecciones nacionales… de fútbol. No doy fechas. Ahora no soy un historiador, que la Historia sí que es una cosa importante, de las muy importantes. Importante a tope. Ahora soy un ciudadano campante, mondo y lirondo, sólo ataviado de una pasión controlada, de esas que nos forjamos para poder dejar de usar la razón sin dañarnos ni hacerle mal a nadie. A casi nadie, que la gente es muy suya.
El fútbol. Me gusta. Me gusta verlo. Me gustó practicarlo. Me hubiera gustado aprender a jugarlo (bien) y aprender a verlo (bien). Pero me conformo con lo que sé apreciarlo y con lo que supe disfrutarlo. Con el balón en los pies… O a metros de distancia, que era donde solía estar, el malevo. Me gustaba ver a Gárate, a Crujjf o como se escriba, me gustó ver a Amancio y a Velázquez… a Fleitas. Me gustó disfrutar de Juanito, Santillana y Camacho, de Butragueño y los suyos, esos Martín Vázquez, Sanchis y Míchel (y Pardeza) y al drimtim de ese que no sé cómo se escribe y que desde hace poco está en el cielo de los futbolistas, donde reposa también Di Stefano, a donde fue el Gran Luis (Aragonés) y adonde irá Beckenbauer para mandarles a todos desde su poderoso poder de dueño del fútbol, ese juego que juegan once contra once… y (otra vez) siempre ganan los alemanes. O los españoles, o los italianos, o los franceses o los brasileños. Los mejores. Ese donde siempre ganan los mejores. O los que mejor juegan al fútbol, mejor dicho. Ese fútbol de Raúl, de Gento o de Zidane, a quienes les escribí unos poemas, estos:
Que tenías un único defecto,
dijo de ti el Húngaro,
corrías demasiado,
no le faltaba razón,
tuviste que aprender a correr más
aún,
demasiado no es suficiente,
eso lo saben todos los que jugaron
contigo
y los que compitieron contigo,
eras puro espíritu,
un acicate con pulmones de héroe,
en nada eras el mejor
salvo en una cosa,
había algo donde nadie te discutía,
ante lo que algunos acababan
rindiéndose,
frente a lo que todos te guiñaban
un ojo,
algo que cabe en una palabra,
en una sola palabra:
Raúl, tú eres el fútbol.
Zinedine Zidane,
nombrarte ya es poesía
pero el escalofrío fue verte,
oler tu escenificación,
tu grandeza de estadio;
podías con las leyes de la física,
las derrotabas acariciándolas,
domabas cueros y praderas
sin látigos obscenos ni gritos,
con la mera lucha líquida del
encanto,
sólo con un guiño y un silbido azul,
eras Zidane un agrimensor enamorado,
una suela y su huella de diamante,
me dejaste con la boca abierta
tantas veces,
tantas, que soñé con ruletas;
arrebataste Zinedine la palabra
arte a los libros
como un piel roja en su danza
y me hiciste sentir lo que la
victoria es,
una galante recompensa,
el merecido galardón del deseo.
Gento es decir galerna,
es decir Santander, mar y Cantabria;
Gento es decir Real Madrid,
es decir fútbol,
extremo, velocidad, esfuerzo y
garantía;
Gento es una de las primeras
palabras que escuché en mi vida,
Gento es un patrimonio universal de
la victoria,
es el principio y es el final de
una carrera,
la demostración de que correr no es
de cobardes.
Sí, soy del Madrid, del Real
Madrid. Ya dije que me gusta el fútbol. Mucho. Ese juego donde disfrutar de lo
más importante que tiene la vida cuando la vida no es lo más importante.
brutal la verdad
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