La serie española de televisión Yakarta dura unos doscientosdiezminutos asombrosamente brillantes esparcidos en seis medidísimos capítulos (casi) geniales. Es una creación del gran Diego San José, que la ha escrito magníficamente junto a Daniel Castro y Fernando Delgado-Hierro y está dirigida por Elena Trapé, salvo dos de sus episodios, uno dirigido por Delgado-Hierro y otro por su descomunal actor protagonista, Javier Cámara, soberbio ante las cámaras, a un nivel grandioso, conmovedor, transmitiendo tanta verdad que uno llega a creer que hay alguna trampa en semejante artificio portentoso. Es un decir.
Cámara está perfectamente secundado por la maravillosa interpretación de la joven Carla Quílez y entre el resto de elenco actoral sobresalen los siempre estupendos David Lorente y Nuria Mencía, también Pilar Gómez y Marina Guerola. Por si fuera poco, todo está enmarcado por la sobresaliente calidad de la fotografía de la que es responsable Rita Noriega.
Yakarta
no es una serie sobre bádminton, aunque ese deporte parece vertebrarlo
todo, sin ser más que la excusa perfecta para contarnos una historia de
perdedores y de seres vitalmente vapuleados con unas gotas, pocas pero
suficientes, muy oportunas de comedia y una pintura social profundamente aguda
y a la vez enternecedora. No me extraña que en FilmAffinity esté en el
número 30 de las Mejores series españolas de todos los tiempos.
Dolorosa, dura, trascendente, inolvidable, sorprendente, entusiasta pese a todo, incómoda, conmovedora… Todo eso es lo que les leo a los críticos que la han presenciado. Yo añadiría, ya lo he adelantado, otro adjetivo: verdadera. Verdadera como solamente la ficción sabe serlo.



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