Lo de la serie española de televisión Superestar no tiene nombre. O, mejor dicho, el que no tiene algo soy yo. Palabras. Lo voy a intentar.
Voy…
Superestar, estrenada en 2025, dura unos 300 minutos diseminados en seis capítulos y fue creada por el cineasta Nacho Vigalondo, que la dirige junto a Claudia Costafreda y la escribe con la colaboración de ella misma, Paco Bezerra, María Bastarós y Natalia Boadas. Todo con un buen pulso narrativo, con las necesarias dosis de humor, inevitables e imprescindibles tratando el asunto que trata: las vicisitudes artísticas de la cantante Yurena, primeramente llamada Tamara, aquel extraño fenómeno diríamos hoy auténticamente friqui en el que participaron variopintos personajes. El propio Vigalondo acertó cuando quiso explicar la serie como “la reimaginación del tamarismo desde el corazón de sus protagonistas”.
¿Lo mejor de la serie producida por
los famosos y siempre singulares Javier Ambrossi y Javier Calvo, Los Javis,
mejor incluso que su argumento disparatado, más disparatado que el asunto que
le sirve de mínima base argumental? El reparto, la presencia actoral, el arte
interpretativo descomunal que ponen sobre las imágenes que presenciamos una
sensacional Ingrid García Jonsson (como Tamara/Yurena), un brillante Carlos
Areces (él es Paco Porras), un apoteósico Secun de la Rosa
(interpretando a Leonardo Dantés), una magnífica Natalia de Molina
(ella es Loly Álvarez), un extraordinario Pepón Nieto (como Tony Genil),
un soberbio Julián Villagrán (hace de El Arlequín), además de, entre
otros, Rocío Ibáñez (la madre de Tamara, Margarita Seisdedos).
La fotografía de Superestar corrió cargo de Jon D. Domínguez y Carlos Rigo.
Estoy con Luis Martínez cuando
escribiera en El Mundo que la serie de Vigalondo es “un juego de
espejos modelado por asuntos tales como la ironía, el humor, la parodia, el
pastiche, el artificio, la teatralidad y la exageración”. De todo eso hay
en Superestar. Es más, eso es Superestar: una serie humorística
irónica, una parodia, un pastiche, puro artificio premeditado en el que
regodearse, teatral y exagerado. Pero también, apunto yo, interpretado
magníficamente por un elenco actoral que sabe dotarlo de momentos de realidad
admirable y conmovedora. No en vano Jose A. Cano escribió en Cine con Ñ de
ella que “Vigalondo, Costafreda y compañía otorgan humanidad y dignidad a un
grupo de desechados de la sociedad del espectáculo. Sus miserias no se nos
ahorran pero se retratan desde la ternura, en un ejercicio pop y trash
espectacular”. O Diego Lerer (MicropsiaCine.com), que creo que también acierta
cuando ve en Superestar “un retrato gracioso pero humano, que puede ser
ridículo y absurdo pero que no se coloca –como sería fácil hacerlo– por encima
de sus personajes, sino que elige mostrar con alegría ese momento de transición”.
En suma, un espectáculo cinematográfico que no te dejará indiferente.
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