Estamos en un camino que no lleva a ninguna parte. Talking Heads creía saberlo. Todos. Yo también.
La canción Road to nowhere la incluyó en 1985 la banda estadounidense de rock Talking Heads para cerrar su sexto elepé Little creatures, otra de las joyas de aquel grupo magnífico, grabado entre octubre de 1984 y marzo de ese año 85.
Su compositor, el líder y cantante
del grupo, David Byrne, explicó siete años más tarde que lo que pretendía era
“escribir una canción que presentara una visión resignada, incluso alegre, del
fin del mundo”.
Sabemos
a dónde vamos, pero no sabemos dónde hemos estado.
Y
sabemos lo que sabemos, pero no podemos decir lo que hemos visto.
Y
no somos niños pequeños. Y sabemos lo que queremos
Y
el futuro es seguro. Danos tiempo para resolverlo
Sí
Estamos
en un camino a ninguna parte.
Finalmente, se registraron dos versiones de Road to nowhere, la del sencillo (publicado el 30 de septiembre de 1985) no llegaba por muy poco a los cuatro minutos de duración, mientras que la del álbum (aparecido el 10 de junio de aquel año) se prolongaba hasta los 4 y 19 segundos.
Talkin Heads fueron (siempre) el
cantante, compositor y guitarrista eléctrico David Byrne, el teclista Jerry
Harrison, la bajista Tina Weymouth (los tres hacían además voces corales) y el
baterista Chris Frantz, que en Little
creatures (producido por la banda y grabado en los estudios neoyorquinos Sigma
Sound, situados en las instalaciones del Teatro Ed Sullivan, en Broadway) se
acompañaron además de Andrew Cader, Erin Dickens, Diva Gray, Jimmy Macdonell, Lenny
Pickett y Steve Scales.
Me
siento bien esta mañana
Y
sabes que estamos en el camino al paraíso
Tal
vez te preguntes dónde estás, no me importa,
aquí
es donde el tiempo está de nuestro lado,
te
llevaré allí, te llevaré allí.
Estamos
en un camino a ninguna parte (hey, hey)
En julio de 2018 vi y escuché a David
Byrne cantar esa maravilla que es Road to
nowhere: fue espectacular en el pleno sentido de la palabra espectacular. Arte musical grandioso. La
web de las Noches del Botánico (donde Byrne actuó aquella noche madrileña)
escribió al día siguiente que el 10 de julio de aquel año se pudo asistir a una
obra maestra de la simplicidad y del “desprenderse de lo superfluo”, porque el
directo de David Bryne recogía toda una expresión musical y escenográfica
minimalista que permitía dar énfasis a “la auténtica fuerza y emoción, que nos
removió a todos los asistentes y nos dejó con la sensación de haber visto uno
de los mejores shows en años”. En mi caso, así fue. Puede que fuera la mejor
actuación musical que haya presenciado en mi vida.
El periodista musical Fernando Neira
(que tachara a Talking Heads de “irrepetibles” y considerase a Byrne como “uno
de los creadores más lúcidos y revolucionarios de la música popular en los años
setenta y ochenta”) escribió al día siguiente en El País que:
“Se
mire hacia y por donde se mire, lo que sucedió ayer en la Universitaria
madrileña fue una fiesta colosal. La profusión de percusiones atribuye al
conjunto un cierto aire de marching band y la multitud de voces, a coro
celestial. No hay un solo cable o pie de micro en las tablas, equipados todos
los artistas con micrófonos de diadema y con los tambores o teclados amarrados
a la cintura. Es tan pasmoso, diferente e inverosímil que Byrne hace bien en
advertir de que toda la música está sucediendo ante nuestros ojos. En estos
tiempos de ráfagas enlatadas, loops y autotune, lo más radicalmente moderno de
este espectáculo avanzadísimo es su veracidad. Esto es música en vivo, señores:
una conjunción irrepetible de un momento, un lugar y muchas corcheas hábilmente
distribuidas por el pentagrama. Tuvo que llegar un hombre de 66 años, bendito
sea, para recordarlo”.
Releyendo ahora aquella crónica de
Neira caigo en la cuenta de que puede que Byrne no tocara aquella noche
madrileña de verano Road to nowhere.
Me importa un bledo.
Hay
una ciudad en mi mente. Ven y únete a ese viaje
¿Te
gustaría venir conmigo?
Podrías
ayudarme a cantar esta canción.
Pueden
decirte qué hacer, pero te dejarán en ridículo.
Estamos
en un camino a ninguna parte (hey)
Estamos
en un camino a ninguna parte (hey)
Estamos
en un camino a ninguna parte (hey-hey)
Estamos
en un camino que no lleva a ninguna parte.
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