¿Sabes quién fue Matilde Landa?
La última persona que dirigió, muy brevemente, días, pocos, el Partido Comunista de España (PCE) antes de la dictadura de Franco (sobre toda la España conquistada y malherida) era una mujer. Se llamaba Matilde Landa. Se suicidó en una prisión franquista en 1942 antes de que fuera obligada a convertirse al catolicismo. Su vida es pura historia de España. Puro horror y pura grandeza. Pura vida, pura muerte. Si Miguel Hernández, a quien conoció durante la Guerra Civil, la escribió un poema en el año 37 (puede que en el 38, un poema que permaneció inédito hasta el año 2000), el grupo de rock Barricada la compuso y cantó una canción siete décadas después, cuando aquella Guerra Civil solamente salía de vez en cuando fuera de los libros de Historia.
Para hacernos una idea de la
trascendencia de Matilde Lanza en el imaginario (y en la realidad) de la
izquierda española baste decir que el reconocido intelectual (comunista) Manuel
Vázquez Montalbán aceptó ingresar en el PCE porque se permitió evocar “lo mejor
de la memoria de mi padre”, acordándose así, “sobre todo, no sé por qué, de
Matilde Landa, asomada a una ventana con un libro de Santa Teresa en las manos,
a un obispo franquista cerniéndose sobre sus espaldas y luego… el salto”. Tal y
como novelísticamente contó en 1992 en su Autobiografía del General Franco.
Matilde Landa Vaz nació en Badajoz en
el año 1904, en el seno de una familia panenteísta vinculada a la Institución
Libre de Enseñanza (la enemiga, casi su némesis, por excelencia de los sectores
que acabarían provocando y ganando la guerra civil que estallaría 32 años más
tarde). Con formación universitaria y cercana al comunismo español desde los
primeros años de la Segunda República, se comprometería decididamente con el
PCE ya como militante en 1936, meses antes de la sublevación militar. Iniciada
la guerra, Matilde Landa trabajó intensamente como sanitaria en diversos
hospitales de la zona republicana y ocupó responsabilidades relevantes en el Socorro
Rojo Internacional (SRI), ayudando en primera fila a los consiguientes
refugiados del conflicto.
Luego de la caída de Barcelona en
poder de los franquistas, se trasladó en las semanas finales de la guerra a la
sitiadísima ciudad de Madrid, donde la entrada de los inclementes vencedores la
sorprendió como la principal dirigente de los vestigios del PCE, ya en la
solemne clandestinidad. Pero, pronto, muy pronto, fue delatada por otro
militante y capturada por el nuevo régimen: era el día 4 del mes de abril de
1939.
En la prisión madrileña de Ventas, inexplicablemente,
consiguió que se le permitiera organizar desde su celda una oficina para
ayudar a las presas condenadas a muerte para darles una cierta asistencia
jurídica que llegó a conseguir evitar algunos fusilamientos. Pero ella mismo
fue condenada a muerte a finales de aquel año 39.
De manera asombrosa, algo raro,
mucho, en aquellos tiempos ignominiosos, su pena no fue ejecutada (al lograr
que se intercediera por ella y se revisara su situación). Se la condenó solamente
a treinta años de reclusión y se la trasladó a Palma de Mallorca,
concretamente a la prisión de Can Sales, un hospicio de la orden religiosa de
las Hermanitas de los Pobres, donde se la intentó convencer (a la manera
inmisericorde de aquellos tiempos vergonzosos) de que se convirtiera al
catolicismo. De hecho, se había preparado todo para bautizarla públicamente el
día 26 de septiembre de 1942, pero Matilde Landa se suicidó pocos minutos antes
para evitarlo.
Matilde murió seis meses antes que
Miguel. Los dos en prisión. Los dos a causa de haber perdido una guerra. Una
guerra civil. Una guerra civil librada contra la crueldad que convertía en odio
el miedo. Una guerra civil contra la ignorancia de la certidumbre insolidaria.
Ni el poema que la dedicara Miguel
Hernández ni la canción que la cantaran Barricada merecen mucho la pena, salvo
por una razón: ayudaron a evitarnos olvidarla.
La poesía ‘A Matilde’ (en realidad
una silva conservada en la casa de Carmen López Landa, hija de la dirigente
comunista, que aparecía rubricado con las palabras “A Matilde, de Miguel”) dice
así:
“En la tierra
castellana
el castellano caía
con la voz llena
de España
y la muerte de
alegría.
Para conseguir la
libertad de sus hermanos
caen en los
barbechos los más nobles castellanos.
No veré perdida
España porque mi sangre no quiere.
El fascismo de
Alemania
junto a las
encinas muere.
Para hacer cenizas
la ambición de los tiranos
caen en las
trincheras los más nobles castellanos.
Españoles de
Castilla
y castellanos de
España
un fusil a cada
mano
y a cada día una
hazaña.
Voy a combatir al
alemán que nos da guerra
hasta conquistar
los horizontes de mi tierra”.
De 2009 es La tierra está sorda,
decimocuarto elepé grabado en estudio del grupo roquero español Barricada,
producido por la propia banda y por Iker Piedrafita, un álbum conceptual sobre
la Guerra Civil española que incluía un extenso libreto escrito por Enrique
Villarreal (conocido artísticamente como El Drogas), bajista y cantante del
grupo. Una de sus canciones, compuesta por Villarreal y Alfredo Piedrafita
(padre del productor del disco), se titulaba Matilde Landa.
La letra de la canción de Barricada
es esta:
“Tatuada con
aspereza de balas y cárcel,
Sentida por todas
como parte importante
De anhelos
cercanos, de libertad y coraje,
Has llegado más
lejos que el viento
Que fugitivo te
llevó con él, te llevó con él...
Matilde Landa,
republicana,
No pudieron colgar
de tu pecho ni crucifijos ni sotanas
Matilde Landa,
republicana,
No pudieron colgar
de tu pecho señales amargas
Qué irónica es la
vida,
Que por un lado
seas consuelo para muchas
Y a la vez la soledad
te acompaña en cada lágrima
Cuando inventas
conversaciones con tu pequeña niña
Que en casa
continúa esperando a que regreses... a que regreses
Matilde Landa,
republicana,
No pudieron colgar
de tu pecho ni crucifijos ni sotanas
Matilde Landa,
republicana,
No pudieron colgar
de tu pecho señales amargas
Matilde Landa,
republicana,
Nos espera en el
aire tu abrazo, eres lluvia enterrada
Matilde Landa,
republicana,
Y las celdas
sintieron el vértigo de tu salto mortal”.
En 2014, Juan Antonio Hernández
Cerdán dirigió un cortometraje documental titulado Lágrimas de mujer y
dedicado a la figura de Matilde Landa (interpretada por la actriz Ana Esther
Ubieto). En el siguiente vídeo podemos ver algunas escenas de dicho filme
acompañando a la canción de Barricada.
Y en este otro, el documental, de 39
minutos, al completo.
Maldito espectáculo de
la humillación al que los crueles vencedores de la guerra sometieron a
tantas personas. Personas, mujeres en este caso, como la revolucionaria Matilde
Lanza: condenada a un bautismo forzoso, muerta por sí misma, asesinada por el
dictatorial régimen nacionalcatólico encabezado por el general Francisco Franco
Bahamonde.
Matilde Landa no es tan recordada,
tan conocida, como Miguel Hernández, menos aún que Antonio Machado; por más que
Vittorio Vidali (conocido como Comandante Carlos, famoso dirigente
comunista durante la Guerra Civil del Quinto Regimiento) dijera aquello de que
“cuando se escriba sobre la Guerra Civil española, la mejor página será
dedicada a dos personas: Antonio Machado y Matilde Landa”.
Sirvan estas palabras para seguir trayendo del olvido, y llevar al lugar que la dignidad democrática española merece, a aquella mujer comunista llamada Matilde Lanza.
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