Un filme excelente sobre Los Planetas que engrandece la leyenda: Segundo premio


La décimo primera película dirigida por el cineasta español Isaki Lacuesta es también la segunda de su compatriota Pol Rodríguez, se titula Segundo premio, fue estrenada en 2024 y su alma mater es una parte importante de la historia musical del grupo español Los Planetas.

Como nunca fui un entusiasta de Los Planetas (salvo en sus primer álbum), no sabía que el título de la película es el mismo que el de una de sus canciones más reconocibles y conocidas, Segundo premio, incluida en su tercer elepé, Una semana en el motor de un autobús (cuya grabación y creación general es el hilo del filme), publicado en 1998.

 

"No es un biopic, ni tampoco un documento. Apela a la leyenda, a la imaginación (...) un estado de ánimo antes que un relato sobre la vida y obra de una banda ciertamente legendaria”.

Quim Casas (El Periódico)

 


De Los Planetas, dando guerra desde 1993, para encuadrarlos en un género musical utiliza Wikipedia varios encajonamientos estilísticos, lo digo para centrar a quien no los conozca: indie rock, indie pop, noise pop, neo-psicodelia, dream pop y shoegaze. Ahí lo dejo.

La película. El guion de Segundo premio fue escrito por el propio Lacuesta junto al novelista y guionsita cinematográfico Fernando Navarro (no confundir con el periodista musical), la música que suena es toda ella de Los Planetas, claro, salvo la compuesta expresamente por Ylia (Susana Hernández), la espectacular fotografía es responsabilidad de Takuro Takeuchi y las interpretaciones corren a cargo de Daniel Ibáñez, un espectacularmente convincente (a menudo conmovedor) Cristalino (antes Fran Ocete), Stéphanie Magnin, Mafo, Chesco Ruiz y Edu Rejón.

El gran mérito del largometraje (y sus ciento seis minutos, levemente extensos, creo) es, para mí, muy personalmente, haber conseguido mantenerme firme en el disfrute de una historia que aborda un asunto que no tiene el más mínimo interés para mí (las personalidades de los principales componentes de Los Planetas, incluida una ex: muy ex, por cierto) pero que logra atraparme cuando lo que lo invade todo es la tremenda exigencia de la creatividad que atraviesa a quien la ejerce como si fuera casi una religión y estuviera destinada a conmover a las almas tanto como a los cuerpos. Todo ello narrado con la tensa palpitación de un guion y una dirección arriesgados y muy artísticos. Muy cinematográficos.

A diferencia de lo que le pasó a Carlos Boyero, quien admite que “Lacuesta es un eterno buscador de un estilo propio y distinto para contar historias”, a mí no me resultó “imposible conectar mínimamente con esa estética”, porque no me pareció ni rebuscada, ni experimental (esto sí, pero lo veo sin desdoro alguno), ni vacua.


Segundo premio
(cuyo proyecto inicial abandonó Jonás Trueba, quien estaba previsto que iba a ser quien la dirigiera) es posible que sea, tal vez, sí, “una obra maestra”, como escribiera el crítico cinematográfico Luis Martínez en El Mundo, “una descarga de cine mayúsculo sobre la gracia y sentido de lo común, sobre la virtud de lo compartido”.

¿Es “una obra totémica sobre la ambición (y su ausencia) como causa y solución de todos nuestros problemas”, como sostuvo Matías G. Rebolledo en La Razón?

Lo que sí creo que consiguen Lacuesta, Rodríguez y Navarro es “engrandecer la leyenda con una película no subsidiaria, independiente, que funciona por sí sola”, como le leo a Philipp Engel en La Vanguardia. Un filme en sí mismo, en efecto. Un filme para engrandecer la leyenda de un grupo único. También. Aunque no pretenda ir de ello, de engrandecer leyendas, ni siquiera de Los Planetas.

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