La dinastía de Los Lakers en una serie deslumbrante


La portentosa serie estadounidense de televisión Tiempo de victoria: la dinastía de Los Lakers (cuyo título original es Winning Time: The Rise of the Lakers Dynasty), estrenada en 2022, ha sido creada por Max Borenstein y Jim Hecht.



Basada en el libro, publicado ocho años antes, Showtime: Magic, Kareem, Riley, and the Los Angeles Lakers Dynasty of the 1980s del escritor deportivo estadounidense Jeff Pearlman, ojalá haya más temporadas que completen cinematográficamente, con ese ritmo narrativo y ese montaje singularmente eléctrico suyos, lo que se nos cuenta en aquél: los años espectaculares del éxito deportivo (y artístico) de uno de los mejores equipos de todos los tiempos, el de los Lakers de Magic Johnson y Kareem Abdul Jabbar presididos por su exuberante dueño, el multimillonario Jerry Buss. (Parece que la segunda temporada está ya comprometida: ya la estoy aguardando.)


Porque Buss, Magic y Kareem son (y no lo son) los principales protagonistas de esta maravilla incontestable que es Tiempo de victoria…, creada por Max Borenstein y Jim Hecht, dirigida por Salli Richardson-Whitfield, Tanya Hamilton, Payman Benz, Damian Marcano, Adam McKay y Jonah Hill, que se basan en el guion escrito por los propios Borenstein y Hecht, junto a Rodney Barnes y Rebecca Bertuch, adaptando el libro de Pearlman, y aprovechan el espléndido juego fotográfico que llevan a cabo Todd Banhazl y Mihai Malaimare Jr., además de las espléndidas interpretaciones encabezadas por tres actores a una altura artística descomunal: John C. Reilly (como Jerry Buss), Hadley Robinson (como su hija Keanie) y Sally Field (como su madre). Los tres muy bien acompañados por un elenco sobresaliente, entre los que cito a Quincy Isaiah (Magic Johnson), Gaby Hoffmann y Jason Clarke.


Ya los títulos de crédito de cada uno de sus diez episodios de algo menos de una hora de duración cada uno son una auténtica obra de arte cinematográfica, perfectamente armados en torno a una canción que, al igual que todas las que suenan en la serie, elevan al conjunto a una altura tan descomunal como la de los propios jugadores de baloncesto que la protagonizan (cuyas actuaciones deportivas son filmadas por cierto con un gusto impropio, por lo fabuloso que es, de este tipo de filmaciones ficticias).

Hablando de ficticio: lo que se nos cuenta podría ser perfectamente real, aunque mucho de ello ha generado una controversia absolutamente inevitable (especialmente entre quienes se ven retratados directamente en ella de una manera perturbadora). Yo, mientras lo saboreaba gozoso, me lo creía, y ahora estoy en la obligación de matizarlo, pero después de haber sido deslumbrado por la categoría memorable de esas casi diez horas de puro cine hecho para la televisión.


Disfruta del Showtime, y de las vidas que hay por debajo de él, dentro de él y sobre él. Las vidas y el espectáculo de lo que hacemos con nuestras vidas. A veces. Disfruta cuando disfrutes: no lo olvides nunca.

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