Love Zanón Song
Zanón comienza Love song destripándonosla, porque, en realidad, a él lo que le importa no es el final, sino el camino. Zanón es de esos escritores. Y yo lo agradezco.
Unas palabras sobre los tres
protagonistas de la novela:
“Los ojos de Eileen
eran de esos que no piden permiso para mirar”.
“Casi todo lo que Jim sabía de cualquier cosa
lo había escuchado en alguna canción”.
“Para Cowboy nada parecía empezar ni acabar” y
“era profundo si lo es un laberinto”.
“Jim tenía el cuerpo y el corazón de Eileen, pero
Cowboy tenía parte del cerebro y el amor de ella que no se alojaba en el
deseo”.
Ellos son los protagonistas
de Love song: son esa gente que “lo que no sabe expresar con palabras lo
expresa con canciones”. Músicos. Músicos de verdad en la piel desesperada de
una novela de 2022.
“Aquella música
poderosa joven invencible.”
Publicada a comienzos de este Tercer Año de la Gran Pandemia (2022), Love song es una obra que yo encuadraría en lo que ya me gusta llamar la Gran Literatura de Barrio:
“Sin decir nada más, bajó Cowboy y por el paseo, acera
contraria a la del piso donde vivió tantos años, aquel bajo de dos niveles
escondido entre setos y trozos de hormigón. Ha pasado el tiempo pero Cowboy
podría perfectamente dejarse a ciegas y que sus botas siguieron el mapa
invisible de aquellas aceras, aquel hormigón gris, sus dibujos y desniveles,
los líquenes en los bordes, la parte alzada por la fuerza de las raíces de
plantas sobre las que nadie del vecindario se había molestado preguntar nunca
sus nombres o por qué estas y no otras plantas que nadie quería pero que no se
morían jamás, un poco como la gente que se arremolinaba en el vecindario, esos
bloques de cemento, de paredes revocadas, algunas olvidadas de pintar,
agujereadas, donde chocaban pelotas y cabezas e ilusiones hasta que acababan
por reventar y ser abandonadas en cualquier sitio y de cualquier manera.
Cabezas, ilusiones, pelotas desinfladas y el miedo al volver a casa y el
estómago que se le revolvía en esos momentos, casi de igual forma que ahora,
como si fuera el mismo miedo o él fuera siempre el mismo si le dominaba el
miedo”.
[…]
La música y las canciones. Y la poesía. Pero sobre
todo las canciones. Las más profundas protagonistas de una novela que no en
vano se titula Love song¸ porque quizás sea eso este libro… Una canción
de amor.
“¿Eran siempre verdad los versos en un libro?, siguió
retorciendo sus pensamientos Jim. Tan solemnes los libros, la palabra escrita.
¿Mentían los poetas como sí hacían los músicos? En las canciones casi siempre
es la lujuria quien canta”.
Los artistas, los músicos y
“la vanidad mil veces hambrienta y mil veces más colmada”. Zanón, puro Zanón:
“Aguadillas y salpicaduras, gritos e insultos sin
odio, carcajadas y explosiones, espuma y agua. Lo imparable de un verano, de
cualquier verano tan alambicado de infancia y futuro que en ese momento se le
antojaba a Eileen casi obsceno, como una fruta madura y abierta al sol. El
idioma de los chavales la retornaban a casa enredándose los dedos en una
nostalgia que le era extraña. ¿Volver a casa? Volver a donde solo si se vuelve
a casa uno ha hecho un viaje. Si no, simplemente ha vivido. ¿Y qué ha vivido
hasta ese momento, desde que dejó su casa? Música, noches, amistad, amor,
pasión y Jim, Jim a todas horas, Jim en todos los huecos, necesidad y hartura
de Jim, su amor que hoy se desvanece, se lo come su propio cuerpo del mismo
modo que lo alimenta”.
Y siempre la música, su
disfrute: “esa electricidad no envejecía, era algo atávico que te conectaba con
las ganas de vida, las prisas de vivirse y vivirlo todo con la idea de que tú,
cualquiera, vale la pena y esa música nunca tiene dueño ni necesita pase de
entrada o manual de instrucciones”. También vivir dentro de una canción (“de
una manera absoluta, sentir, crear, no opinar ni pensar”), como parecieran
vivir los protagonistas de Love song. Los protagonistas de Love song,
que no son tres, que son cuatro, pues a los tres que te presenté al principio
de este artículo, se añade otro, quien fuera protagonista de otra novela
magnífica de Zanón, el Sandino de la novela Taxi.
Y toda la categoría de escritorsigloXXI
de Carlos Zanón:
“El reto siempre fue ése. Beber, comer, follar,
drogarse, tocar, meterte en la boca del Gran Lobo hasta el límite de tu
resistencia: el estómago girado, los dedos sangrando, la cabeza agujereada.
Pasarlo bien, destrozarte para que cuando el Lobo cierre las mandíbulas
encuentre tu cuerpo en el peor estado posible y así se enfade y te diga
gritando: ¿esto qué es? ¿Qué mierda me das? Todo deteriorado, inservible:
cuerpo y afectos. ¿Para eso he corrido toda la vida detrás de ti, hijo de puta?
¿para este despojo he ido detrás de toda la vida, Cowboy?
No se enfade
conmigo, Señora Muerte”.
[…]
Los músicos “y lo hermoso de
su búsqueda”: el Sandino de Taxi, a quien en Love song los
personajes principales llaman Polidori, admira a los (otros) tres protagonistas
“por cómo atrapaban las melodías que parecían estar suspendidas en el aire,
porque si ellos no las atrapaban se desvanecían hasta desaparecer para siempre
y parecía que eso no importaba a nadie y, para Polidori, eso era de lo poco
importante en que aún creía”.
Porque este libro va sobre lo
que quiera que sea “manejar toda aquella loca electricidad enviándola en busca
de la misión peregrina de hallar la belleza, la soledad, en busca de alguien
que la encuentre sin buscarla y reconozca que eso es para él, algo único y
determinante, desplegar el ejército, aquel código adolescente por debajo de
radares, padres y adultos”.
Aquel código adolescente por
debajo de radares, padres y adultos.
Primera coda:
Leo a la periodista cultural
española Rosa Mora, en la tercera de cubierta de la novela de Carlos Zanón,
escribir sobre él que es “el cronista despiadado de nuestros tiempos”: ¡y yo
que le veo como el cronista que se apiada de nosotros y de nuestros tiempos
estampándonoslos en la cara a base de canciones y la noble poesía de los
perdedores¡
Segunda y última coda:
A los músicos que aún tocan sin mirarse en el espejo,
todo esto se lo dedicamos, Carlos y yo: a los que hacen “canciones que son
como verdad”.
Este texto
pertenece a mi artículo ‘La canción de amor de Carlos Zanón’, publicado
el x de febrero de 2022 en Nueva Tribuna, que puedes leer
completo EN ESTE ENLACE.
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