Europa
Europa: eres un rapto inepto lleno de uso, eres dolor más tiempo sin gracia, refugio de nacionales sin fronteras, un estupor continental de siglos, tus guerras son mundiales.
Europa sin europeos: regresa por donde viniste, olvídate del
futuro y sé pupitres, sé de carbón en la noche de los hombres, hazme creer de
nuevo en los trenes del progreso.
Europa ha
muerto y ha resucitado mientras en España los españoles huían de sí mismos hacia
la frente de los reyes medievales o hacia la espalda de los héroes de la Unión
Soviética o hacia el espíritu indomable de la indiferencia y el miedo.
El fantasma sigue recorriendo Europa, pero permanece distinto a cada instante: ahora es un recio espíritu donde adherir las fotocopias de memorias congeladas; ojalá la nieve fuera disparada de una vez y para siempre; ojalá acabáramos algún poema español diciendo ‘afortunadamente’.
Europa
muerte de poetas: adelante, nana de los ángeles, llévate de mí una historia de
amor imposible, arráncame una pesadilla de bronce.
Despertaré
sobre el futuro, un niño indeleble y contingente a la vez me hará los honores.
Europa
dispara y es plástico: el final del carrusel anuncia la larga noche de los
trenes, larga y dolorosa, devuélveme aquel oscuro sueño.
Despertaré
junto a ella, un hombre tan eventual como improbable, he acabado por ser otra
clase de luz.
España se mata de muerte natural y Europa no se conforma con dejar de ser una guerra entre los herederos de Carlomagno: España sin gobierno y rodeada de Europa por todas partes menos por una.
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