Madrid es la ciudad que suena a Nacha Pop

Madrid es la ciudad que suena a Nacha Pop. Éramos más jóvenes que ahora, si cabe, de hecho, pensábamos que nada podría dañarnos y que la vida no solo no iba en serio, sino que además nos pertenecía sin más. Nacha Pop privilegiaron nuestros deseos de aire limpio, flotantes en medio del mejor de los tiempos.
Yo estaba allí. Y ya nada pudo parar, desde aquellos días nada se detuvo, todos nosotros seguimos sin aliento, a veces hasta con una sonrisa de perplejidad o de alivio, continuamos bailando, aunque nos inventemos el ritmo en las calles de Madriz, en el corazón de los siglos, atentos, enamorados de la noche, pero sin dejar de mirar cara a cara a la desgracia.

Tener miedo al terror, tener miedo de la enormidad donde nadie escucha nuestra voz…

[...]

Fueron un tocadiscos completo en Nochevieja cuando todo podía ocurrir, cuando nadie podía parar, fueron la chica de ayer y el final: prendieron un sueño en mis sueños con un alma de goma nadando en números cuando los pantalones rojos de Quique, justo antes del futuro. Fueron lo que tú y yo sabemos, una lucha victoriosa que me convirtió en gigante, una décima de segundo y para siempre… si es que hay un siempre. Fueron Nacha Pop mi ritmo y un latido, fueron mucho más que la soledad, mucho más que el vértigo, fueron las calles sin fin, los perseguidores de sombras, no, no necesitamos más, no lo necesitamos, os tuvimos a vosotros. Os tenemos, me lo dejasteis todo.


[...]

Una décima de segundo
inspira la grandeza de los instantes,
ese alboroto trágico de lo leve
con el que nos vestimos
cuando la dicha es oscura
o el futuro es un día luminoso
donde asomamos
nuestras caricias
sin pesadumbre
ni vanos anhelos.
Una décima de segundo
puede ser un pueril devaneo
evanescente
cargado de ráfagas
donde ametrallar el sopor
o quedarnos imperturbables
lamiendo la eternidad
de lo fugaz
para no codiciar más
a las estrellas.


[...]


Las palabras de Antonio Vega
suenan todavía en la habitación
como delicadas cautelas de lo físico,
van y vienen, se mueven solitarias
o en sinfonía juvenil,
sin una edad sensible:
fraguamos con ellas nuestros días
tras escucharlas envueltas
en su propio sonido,
música al borde de los sueños;
una existencia que no dura nada,
el presente continúa,
ahora únicamente con sus canciones,

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