Eric Clapton
A Eric Clapton se le cae el blues de
entre los dedos. La vida mata mucho. Pero no querer ser Dios tampoco es poca
cosa. Un sumidero arrastró al señor Manolenta hasta casi la mismísima nada.
Pero allí no iba a ser bien recibido quien esculpe en el silencio la aguda y
brillante sensatez del desasosiego.
Esa música suya es un sueño eléctrico
sobre la Europa renacida de un mundo que flotó en los abismos. El gran león
británico se transformó en la ruda elegancia de los nuevos días dominados por
la música de todos los jóvenes de todos los tiempos. Y allí estaba Clapton. No sólo.
Clapton y cada guitarra construida por cada ser humano para sacar a la belleza
de aquella siesta en una maravillosa noche de invierno. Clapton, Eric Clapton y
la derrota de las lágrimas, Eric Clapton bajo los cielos mientras, siempre después
de cada medianoche, su guitarra deja de llorar por aquel viejo amor inextinguible.
Eterno.
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.