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A nuestros hijos


Vivid.


Que nada humano os sea ajeno.


Abrid bien los ojos y dejad a la mente a sus cosas, procurad que esas cosas sean las vuestras, las de los vuestros, pero también las de los otros (por ese orden, sin demasiada separación).


No os hagáis daño. No lo hagáis. Procurad pisar por lo segado.


La felicidad existe, pero no os dediquéis a buscarla, simplemente aprended a reconocerla.


Celebrad los éxitos, aprended de los fracasos.


Decidles te quiero a quiénes queréis. Siempre.


Aprended a saber, sabed aprender: no acumuléis conocimientos, reconocedlos, usadlos.


Una emoción es más valiosa que un diamante.


Tened confianza en quien la merece y desconfiad de aquellos que parecen ser infinitos.


Hacedme caso: no me hagáis caso.


No os asustéis de las contradicciones: en su peculiar equilibrio transcurre la vida.

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