Camilo Sesto
Avergonzarse
de Camilo Sesto fue una pasión idiota de muchos españoles durante años.
¿Quién no
sucumbió a la grandeza evidente de muchísimas de sus canciones? Canciones
confusamente simples, un arte musical a la altura de las ganas de vivir de
generaciones sacudidas por las vísceras de una guerra civil, estupefactas ante
el brillo de Occidente.
Generaciones
ceñidas, eso sí, a la tesitura de la música española, de sus artistas del
pasado y del recuerdo de un futuro apenas rodeado de rocanrol.
Pocas
personas que supieran español, que hablaran español, que temblaran en español,
que soñaran en español, habrán ignorado siempre alguna de las canciones que
Camilo Sesto compuso y cantó.
Canciones
melancólicas repletas de la madura efervescencia del amor melódico
incandescente. Canciones, estas sí, para después de una guerra.
Pocos
artistas consiguieron conmover durante tanto tiempo a tanta gente. De los
muchos que nos gustan en la actualidad, ninguno le llega en ese sentido a la
altura del betún.
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