Jesús es un personaje enigmático. Hasta los ateos más convencidos, como Bertrand Russell, han tenido siempre sobre su persona una consideración especial: pueden negar u odiar al Dios bíblico, pero no pueden evitar una cierta simpatía por un individuo que pedía que nos amásemos los unos a los otros. Los testimonios históricos sobre Jesús son escasos y muy posteriores a su muerte. El más extenso es el del historiador judío Flavio Josefo y es posible que esté alterado por la Iglesia. Los testimonios de Plinio, Tácito y Suetonio son aún más inconcretos.
Esto es lo que escribió Flavio Josefo. Entre corchetes lo que se considera añadido por la Iglesia:
“Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, [si es lícito llamarlo hombre, porque realizó grandes milagros] y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles. [Era el Cristo.] Delatado por los principales de los judíos, Pilatos lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, [porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él.] Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos”.Antigüedades judías, 18:3:3.
Se considera más auténtica la traducción al árabe de la obra de Flavio Josefo debida a Agapio, obispo de Hierápolis, que fue sacada a la luz en 1971 por el exégeta judío Shlomo Pine:
“En este tiempo existió un hombre de nombre Jesús. Su conducta era buena y era considerado virtuoso. Muchos judíos y gente de otras naciones se convirtieron en discípulos suyos. Los convertidos en sus discípulos no lo abandonaron. Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo. Según esto fue quizá el mesías de quien los profetas habían contado maravillas.”
Plinio el Joven, entre el año 100 y 112 escribió al emperador Trajano acerca de los cristianos:
“…le cantan himnos a Cristo (casi un dios, según dicen)con perseverancia e inflexible obstinación”.Epístolas, 10:96
Tácito aporta otra referencia histórica en el año 116 o 117:
“Por lo tanto, aboliendo los rumores, Nerón subyugó a los reos y los sometió a penas e investigaciones; por sus ofensas, el pueblo, que los odiaba, los llamaba “cristianos”, nombre que toman de un tal Cristo, que en época de Tiberio fue ajusticiado por Poncio Pilato; reprimida por el momento, la fatal superstición irrumpió de nuevo, no sólo en Judea, de donde proviene el mal, sino también en la metrópoli [Roma], donde todas las atrocidades y vergüenzas del mundo confluyen y se celebran.Anales, 15:44:2-3
Gayo Suetonio Tranquilo (75-160) escribió alrededor del 120 que el emperador Claudio expulsó de Roma a judíos instigados por un tal Chrestus:
“A los judíos, instigados por Chrestus, los expulsó de Roma por sus hábitos escandalosos”.De Vita Caésarum. Divus Claudius, 25.
Debatir a estas alturas si Jesucristo fue o no un personaje histórico no conduce a nada. Es un asunto apasionante para los investigadores, pero en realidad poco importa que las ideas que fundamentaron el movimiento cristiano hace dos mil años fueran elaboradas por un solo hombre o por varios. Lo que ha sobrevivido (al menos en parte) es la doctrina atribuida a Cristo.
[ESTE ARTÍCULO de Manuel Casanova APARECIÓ EN ANATOMÍA DE LA HISTORIA POR VEZ PRIMERA EL 14 de diciembre de 2015 y puedes leerlo completo AQUÍ: ese texto pertenece al libro del autor titulado El laberinto de Dios, publicado en formato digital por Punto de Vista Editores]

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