Hierro o la maestría de Candela Peña y Darío Grandinetti

Pepe Coira ha creado un thriller, sí una película, una serie, mejor dicho, perteneciente al género del suspense (suspenso), en el que la expectativa es lo de menos, pero importa. Junto a Alfonso Blanco, Coral Cruz y Araceli Gonda, ha escrito un guion excelente que le permite a su hermano, Jorge Coira, dirigir una serie magnífica.

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Peña y Grandinetti saben de qué va su oficio, saben cuándo tienen que ser ellos mismos y cuándo ser los personajes que interpretan, de tal manera que, en ese prodigioso encuentro entre su ser ellos y su ser quienes han entendido que han de ser cuando se olvidan de sí mismos, alcanzan, especialmente cada vez que comparten las poderosas escenas en las que coinciden, la majestuosidad artística que a los espectadores nos pasaría desapercibida de no ser por la sensación que son capaces de dejarnos en nuestra médula espinal, parcialmente dañada de belleza por su excelencia actoral.

En Hierro sentimos el peso de la culpa, los golpes del mal llamado destino y, sobre todo, la fiereza de los buenos sentimientos, mezclados, como en todo lo humano, con el miedo, el deseo y la necesidad. Los personajes de la serie no son esbozos imbéciles para el entretenimiento de gente despreocupada y amante de la cómoda simpleza. Son perfiles esculpidos con sumo talento por los escritores de la serie, por su director y, principalmente, por los actores que, en todas y cada una de las escenas, aportan su inconfundible y preciso arte a un conjunto memorable, intenso y sabiamente divertido al mismo tiempo.

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Hierro es una obra maestra cinematográfica y publicitaria (de la isla canaria de El Hierro, el prodigioso escenario natural de la serie). Por el mismo precio. Con la misma extraordinaria sensibilidad.

Este texto pertenece al artículo ‘Hierro en El Hierro: Peña y Grandinetti (en compañía de otros) tallan una joya’, publicado el 14 de junio de 2019 en Nueva Tribuna, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.