En la novela El
general se confiesa, escrita magistralmente por César Gavela,
habla Francisco
Franco en el apogeo de su poder, en 1964, cuando el
régimen celebra sus 25 años.
La voz del dictador es la conocida, la retórica y
cínica, pero también otra, más reservada y novedosa.
Esta es una pequeña selección de algunas de
las reflexiones del
dictador:
“Todo está en marcha. El año es bueno, el país
progresa, las instituciones funcionan y la paz está garantizada. Pero es que
además, y yo ahí sí que veo una señal de la Providencia, España ha ganado la
Copa de Europa de selecciones nacionales a la Unión Soviética. Somos los
mejores del continente en fútbol, el deporte más popular, y eso es un símbolo
más. No solo una fuente de orgullo, también es un triunfo que recuerda y honra
la victoria de España sobre el comunismo”.
“La guerra se hace para defender una patria, pero
también para transformarla. Por eso hemos construido pantanos y carreteras,
colegios y hospitales, puertos y ferrocarriles. La guerra continúa en la paz
combatiendo la pobreza o la secular sequía de España. Es soldado el obrero que
cava una zanja y el minero que pica la antracita en las entrañas de la tierra.
El agricultor es un soldado, el obrero industrial también, y el médico, y el
maestro, y el cartero y el viajante de comercio. Ellos creen que trabajan, que
se ganan un sueldo, que mantienen a su familia. Pero aunque no lo sepan,
también están luchando en el frente de batalla. Cada buen español siempre es un
soldado”.
“El enemigo, que no perdona nunca, que solo tiene la
destrucción de España como objetivo y esencia, como anhelo mortuorio, nunca
podrá negar las nuevas ciudades sanitarias, las enormes empresas públicas
siderúrgicas, las factorías de coches y de camiones. Hemos hecho más en los
últimos diez años que los anteriores dirigentes de España en doscientos. Solo
por eso mi tiempo es bueno; el tiempo de la patria en marcha”.
“La libertad política es un señuelo. ¿Qué libertad
había en la República? ¿La de insultar, la de matar? ¿La de desmembrar la
nación y quemar conventos? ¿La de repartir insidias en todas las escalas de la
sociedad? ¿La libertad del crimen y la venganza? Pues si esa es la libertad, yo
la combato. Aunque me cueste la vida. Siempre me opondré a la falsa libertad
que propicia el odio”.
“Creo que la libertad es un asunto personal. Y tiene
su ámbito en lo familiar, lo profesional, lo mercantil… Cada uno es dueño de
pensar como quiera, de casarse con quien quiera, de ejercer el oficio que mejor
le cuadre, de vivir en la ciudad que más le interese. Esa es la libertad
razonable, porque la otra solo conduce al conflicto. Si me dicen que hay países
donde no sucede eso, lo acepto. Pero en España es así, yo no lo he inventado”.
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