Mi primer True Detective es el tercero
No había visto ninguna temporada de la serie True
Detective hasta esta tercera.
Una entrega magnífica: ambientación, realización, interpretación y escritura de
excelente factura profesional y con un elevado componente emocional muy bien
administrado desde la capacidad que el arte cinematográfico tiene de implicar a
los espectadores.
La vida puede acabar por ser vivida o por vivirla mientras se
vive la vida que otros no tuvieron. Los protagonistas de esta larga película
con formato televisivo tienen por delante una misión inconmensurable: hacer
creíble una historia de amistad en medio de un cuento sobre la memoria y el
deseo. Nic Pizzolatto, creador de la
serie, codirector y coguionista de los ocho capítulos de poco menos de una hora
de esta temporada, puede estar tranquilo: si todo el mundo dice que la segunda
entrega de la serie había sido un fiasco tras la excelente acogida general de
crítica y público que tuvo la primera, en este caso, su trabajo de 2018 es de
una enorme calidad.
Pero la gran estrella es el actor Mahershala Ali, excelentemente acompañado por su compañero de
fatigas policiales, Stephen Dorff, así
como por Scoot McNairy y Carmen Ejogo, entre otros.
Unas palabras para acabar, algo así como un poema:
Buscas entre la muerte
un rastro que te lleve
hacia ti mismo.
Vienes de una noche
alargada bajo el hierro,
vas hacia el pasado,
vienes del pasado,
en la escueta amistad
y en el amor
depositas tu cansancio
de siglos.
Suena el dolor
en todo tu oficio,
sabes de la guerra
y sabes muy bien
qué es ser asesino,
cómo la realidad
es sucedida
por el retorcimiento
de las mentiras.
No leerás nunca
ese libro
escrito con la sangre
de tu sangre.
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