Carmen y Lola es una obra maestra
cinematográfica de las que demuestran que sin recursos apabullantes, únicamente
con el talento y el buen oficio, se pueden lograr altas cortas artísticas.
Escribir un buen guion, dirigir con sabiduría y naturalidad estética una
filmación e interpretar tras asimilar una idea: para hacer buenas películas se
necesitan estos tres ingredientes técnicos y artísticos.
La película de la directora española Arantxa Echevarría (merecedora de su Premio Goya a la Mejor Directora
Novel) es emocionante, discurre por terrenos en absoluto trillados, poco
complacientes, y divierte porque uno vive viéndola la vida de otros. Carmen y Lola, una hermosa historia de
amor entre mujeres, casi unas niñas, gitanas, ha resistido la estúpida polémica
promovida por los cada vez más abundantes grupos de ofendiditos, esos
ignorantes que me van a jorobar la vejez, lo veo venir.
No creo que en 2018 se rodaran muchas mejores películas que
esta delicia de cien minutos de duración tan magníficamente interpretada, especialmente
por sus dos protagonistas, Zaira Morales
y Rosy Rodríguez, y por Carolina
Yuste (que se alzó con el galardón de Mejor Actriz Secundaria en los Premios
Goya).
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