Roma es México, Cuarón y el cine clásico

Roma, de Alfonso Cuarón, es una obra maestra. Pero ¿por qué la ha llamado así? Me pregunto al acabar de disfrutar emocionadísimo de esta maravilla de sencillo cine clásico asombrosamente complejo y certero. Se llama así porque Roma es el nombre de la colonia de Ciudad de México donde transcurre lo que acontece en esta película mexicana de 2018 rodada en un hermoso blanco y negro por un director al que únicamente le falta interpretar lo que luego de verla sé que es su origen, parte de lo que en su infancia le hizo ser mucho de lo que ahora es: alguien de una sensibilidad trascendental capaz de crear algo majestuoso haciendo cine.


Simplemente cine. Cine clásico. Porque Cuarón escribe, dirige y fotografía Roma con una sabiduría exquisita haciendo predominar por encima de las grandes interpretaciones de todos los actores a una actriz inconmensurable, la maestra mexicana de ascendencia mixteca Yalitza Aparicio (sí, maestra, que lo es), quien lleva a cabo una proeza descomunal a lo largo de todo el film: hacernos dudar de si lo que estamos viendo es una película de ficción o un documental realista grabado en vivo.


Por cierto, la única música que suena en esta película, que es también una pequeña lección de historia, es música de verdad, auténtica, la que escuchan sus protagonistas casi continuamente y no esa música que muchas veces suena en algunos filmes como si fuera más importante que lo que se ve o aquella otra que ni siquiera te enteras de que la has oído.


Si tuvieras la necesidad de ver una película hoy mismo y no has visto Roma, no lo dudes. Me lo agradecerás. Seguro.


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