
Magníficamente interpretada por Marián
Álvarez y Andrés Gertrúdix, especialmente por la actriz, que actúa rozando lo
sublime, Morir, de 2017, acerca a
nuestra mirada una mirada cruda ante el deterioro vital que uno intuye acertadamente
desde su certero título. Una mirada de una crudeza que uno percibe menos terriblemente
oscura cuando uno recuerda que entre sus numerosísimas escenas aparece
brevemente, como una tenue luz, la dulzura que los humanos somos capaces de
rescatar en el abismo.
¿Su defecto? Ya lo he contado.
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