La historia del pop escrita por Bob Stanley
Lo digo ya: Yeah! Yeah! Yeah! La historia del
pop moderno, de Bob Stanley
(editado por Turner), no es un libro que prime la autenticidad de los músicos,
ese áurea que rodea a los artistas del pop como si fueran capaces por sí mismos
de cambiar el mundo desde su altura artística de gigantes. Es un libro que se
fía tanto de las listas de éxito
que, de hecho, una de las razones para acotar por lo más reciente su ámbito
temporal es el final de la credibilidad de esas categorías alineadas en el
mundo globalizado dominado por el marketing y el barullo de Internet.
Pero no sólo de las listas vive
Stanley, no. Stanley sabe lo que se trae entre manos, y sabe que trabaja con un
material muy sensible que se lustra con la palabra gusto, y de su gusto tiene
para dar y tomar. Pero no oculta que en el fondo es un fan, un fan que ama, un fan que odia. Hay
que saber leer(le) entre líneas. Nada nuevo para un libro sobre la cultura
occidental. Y para muestra un botón.
Cuando Stanley habla del sello de
música soul Atlantic Records, dice
de él que, de todos sus artistas, “el más infravalorado fue tal vez Barbara Lewis, cuya voz de jade pulido
puede oírse en Hello Stranger […]: morirá feliz el afortunado a quien,
siquiera una sola vez en su vida, le canten personalmente esta canción”.
Es un libro en el cual “se dispensa
más amor a Brian Wilson que a ningún
otro artista”. Ahí queda eso. Eso sí, Yeah!
Yeah! Yeah!... es un libro de
historia cultural, pues al gusto se le suman las listas y entre lo uno y lo
otro, el crítico musical nos explica los cambios a lo largo de décadas de
creación pop.
Esta obra tiene en su edición en
español 746 páginas. No está mal, ¡Qué menos! Es una síntesis pero no una síntesis apretada. Es una síntesis de alta
divulgación, de las que a mí como editor me gusta editar. Y es un libro de los
que a mí me gusta leer. Y de los que a mí me gusta que lean quienes tienen las
mismas ganas que yo de aprender y crecer desde el entretenimiento inteligente.
Eso sí, no busques en ella nada que se salga de cuanto esté incardinado en la
dialéctica que atraviesa el texto, la del combate musical entre lo inglés (sí,
lo inglés, ni siquiera lo británico) y lo estadounidense.
Te dejo a ti posible lector que
averigües si el autor logra demostrar lo que podríamos decir que es una de sus
tesis centrales, que nada separa al rock
del pop, pues es falso que haya algo que compartimente a uno y otro, pues
el uno, el pop, engloba al otro, el rock, como ya dijimos de salida.
Puedes
leer AQUÍ mi artículo completo
sobre el libro de Stanley que publiqué en Nueva Tribuna en octubre de 2016.
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