La primera novela de la escritora, editora y fotógrafa española Laura C. Vela apareció en la primavera de 2025 y se titula Seismil.
Laura Carrascosa Vela firma sus obras, literarias y fotográficas, como Laura C. Vela. Ha escrito una novela que en el fondo busca explicar, comprender “cómo y por qué ocurren las cosas”. Aquello que le es propio a la literatura. ¿Lo consigue? Quizás, como suele ocurrir, baste con el camino, con la forma, con la intención. Tal vez, no.
No
suele ser habitual que en la cubierta de un libro aparezca el nombre de quien
lo ha editado (ni siquiera dentro, en la página de créditos), pero esta es la
segunda novela que veo con tal evidencia el nombre de la escritora Sabina
Urraca (autora, por cierto, de una buenísima novela titulada El celo);
la anterior fue otro debut narrativo, el de Andrea Abreu con su elogiada Panza de burro).
Sabina
Urraca escribe en el prólogo de Seismil que Vela tiene aquí “un tono y un
ritmo que permiten pasar de lo aparentemente banal a lo destructoramente
intenso sin despeinarse”. Y es cierto. “Narra sin llegar a una conclusión”, y
lo hace “con una honestidad que casi ofende”.
¿De
qué va Seismil? ¿Cuál es el argumento de la obra?
Un
trauma, el horror vivido por la protagonista y narradora, que no es otra que la
misma Laura Carrascosa Vela. Una losa triple.
“Llamar
la atención, gustar y hacer daño. Tres tópicos, tres losas sobre las espaldas
de tantas mujeres”.
El pasado que no pasa. Un clásico de la literatura, de la investigación histórica, de las sociedades civiles. Ese pasado que aquí, en una novela, se nos acredita haciendo hincapié en que “el tiempo real no es algo lineal como nos contaron, pues el pasado, congelado, está fuera del tiempo y se repite y repite y repite”. Al fin y al cabo, “las palabras construyen la historia de nuestras vidas”. Y estas son las palabras de Laura C. Vela construyendo la historia de la suya.
Ella
misma nos dice que escribe “para encontrarse con aquella que se perdió”, pero
no sabe cómo hacerlo, que lleva “más años viviendo disociada que de otra manera”,
que pregunta siempre “qué hacía de pequeña, qué cosas contaba, a qué jugaba, qué
escribía, qué canciones cantaba”.
¿Logra
Laura C. Vela con su escritura ser comprendida? Porque esa es la razón de ser
del libro, buscar comprensión (“¿acaso tengo que escribir un libro?”, se
pregunta, nos pregunta, en medio de su relato), aunque no solamente. Yo creo
que sí, lo logra, y eso ya es algo. ¿Para qué son los libros?
“¿Qué
ocurre en la mente de una persona que ha sufrido o sufre violencia sexual
y cómo puede esto afectar a su vida?”
Hasta
ahora no se había dicho aquí, el trauma, el horror vivido por la protagonista y
narradora es/fue/será una violación. Una violación repetida.
“Cuando
te violan sufres dos traumas: el primero, al haber sido agredida,
y el segundo, el juicio público tras contarlo. Este segundo trauma es
mucho peor que el primero”.
¿Con la literatura, con la escritura, se puede “atravesar el dolor, caminar dentro de él” para poder cambiar de ruta? Se ve que sí. Según nos cuenta Laura C. Vela (“es más difícil amarte que amar a los demás”), se puede. Pero, ¿ese recorrido suyo es una literatura fascinante? De eso ya no estoy tan seguro. Eso sí, es literatura ÚTIL. Como ella acepta, escribir sobre su experiencia “podría ayudar a otras personas que estén pasando o vayan a pasar por algo parecido”.
Lo
que acaba por admitir, por considerar la autora, es que escribe el libro para
encontrar su voz, no para superar una violación… “sino para contarme a mí
misma”.
Vela es escritora y es fotógrafa, se dijo ya. Ella piensa en la cámara como una máscara y en la escritura como un rostro: considera que “la vida es un juego en el que a veces está eligiendo entre la cámara, la máscara, o la escritura, el rostro”.
No,
Laura C. Vela no ha escrito un seismil. Ha escrito Seismil.
[Una
nota final sobre la edición. La novela ha sido publicada por la editorial Niños
Gratis, tiene un formato pequeño, mucho, y una presentación de la cubierta muy
peculiar. Si das con ella en una librería podrás apreciarlo. El empaquetamiento
llama la atención. Su interior ya es otra cosa.
“Las mujeres no vamos a pasarnos la historia de la humanidad perdonando”.]
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