La tercera novela de la escritora española Sabina Urraca se titula El celo, fue publicada en 2024 y es excelente. Literatura salida de donde quiera que sale la literatura cuando en el alma hay sangre y huesos y tú. Nada del pop de Dinarama, solamente palabras para un cuento de terror enguantado en la dolorosa experiencia de amar en la oscuridad.
“La ciudad espera
a que alguien la mire de nuevo para poder existir. Pero no hay nadie a esa
hora. Bajando por las calles vacías, la Humana y la Perra parecen dos personas
que se han salvado de una catástrofe y caminan juntas antes de que las metan a
cada una en una ambulancia y no vuelvan a verse jamás. La correa es el único
hilo que las comunica. Cada una olisquea el miedo por su cuenta”.
En esta novela, en la que la
protagonista “ya no tiene fuerzas para el juego del mundo”, hay “borrachos con
ojos de un demonio recién llorado” y al leerla nos enseña qué puede suceder
cuando “todo el pasado duele en alguna parte del cuerpo” porque, finalmente, “vivir
es ir estropeándose”.
“Son una
generación que va enviudando de abuelos, que atesora un manojito de recuerdos
tiernos e ignora las ortigas para poder seguir adelante alimentándose de
nostalgia. Ya que no tienen un futuro prometedor, al menos hinchar ese pasado
en el que los abuelos les dijeron que lo merecían todo”.
En El celo, la protagonista “lo
sabe todo del miedo”: ella y “los poderes oscuros de él que la aprietan el
cerebro”.
La Humana y la Perra son en verdad los
dos principales personajes de la novela de Sabina Urraca. La Humana, que “escarba
compañía” en internet buscando réplicas “a cosas que no tienen respuesta”,
solamente logrando escuchar “esas voces que claman en una jungla de información
que es en realidad un desierto”. Vaya.
“Resguardar con celo el celo”: algo
de eso, que es la esencia de la novela, nos acaricia y nos rasga cuando la
leemos. Y en ello radica el prodigio del libro.
¿Somos lo que le sale a Dios cuando está haciendo gente en clase de manualidades?
“El amor y la
muerte, le enseñaron, debían estar alejados el uno del otro. Fascinarse y
quedarse. Dolerse y quedarse. Dolerse y huir, pero recordar la fascinación. Y
entonces volver para ser rematada”.
Buscar algo que no aparece, tener
algo que no existe. Quizás sí busquemos un cuento que nos salve en medio de
esta vida, que no es más que una “narración pesada y sin sentido”.
Está claro que para Sabina Urraca la
literatura es “el único conjuro que sirve”.
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