Breve historia del fútbol femenino


El primer partido de fútbol jugado entre mujeres del que se tiene noticia cierta tuvo lugar el 7 de mayo de 1881 en el campo Hibernian Park de Edimburgo: dos empresarios teatrales se encargaron de organizarlo y lo anunciaron como un encuentro internacional entre Escocia e Inglaterra. Ganó Escocia, la anfitriona, 3-0. Nueve días después, ambos equipos volvieron a enfrentarse, esta vez en la también escocesa ciudad de Glasgow ante unas 5.000 personas, pero el partido hubo de ser suspendido a raíz de la invasión del terreno de juego para perseguir a las mujeres que lo disputaban. Al parecer, sucesos similares tuvieron lugar aquellos años.

Nettie Honeyball

A finales de 1894, la feminista londinense Nettie Honeyball, cuyo verdadero nombre se cree que pudiera ser Mary Hutson, fundó el que es considerado el primer equipo femenino de la historia, el British Ladies’ Football Club, tras conseguir que se la unieran jugadoras poniendo anuncios en la prensa, y lo hizo, tal y como ella declaró, para “mostrar al mundo que las mujeres no son las criaturas ornamentales e inútiles que los hombres creen. Que usara sobrenombre nos da una idea de las circunstancias en que nació el fútbol jugado por mujeres.

El primer partido oficial de clubes de fútbol femenino se disputó el 23 de marzo de 1895 en la zona londinense de Crouch End, y lo vieron unas 10.000 personas: el British Ladies’ Football Club se enfrentó a sí mismo, un equipo lo formaban las jugadoras del norte de la ciudad, donde jugaba capitaneándolo la propia Nettie Honeyball, frente a las del sur. Las de la fundadora del club ganaron a las otras 7-1. El British Ladies’ Football Club jugó ese y los dos años siguientes unos 200 partidos, mientras la prensa despreciaba su actitud y su aptitud por ser impropia de mujeres. El equipo despareció en 1897.

Lilly Parr

Pasaron años, el fútbol jugado por mujeres dejó de disputarse en el Reino Unido, y seguía sin existir en ningún otro lugar del planeta… Hasta que llegó la Primera Guerra Mundial y la suspensión del fútbol masculino en la Europa en guerra (no en España, por ejemplo). En el industrial norte de Inglaterra, las mujeres que sustituían en las fábricas a los hombres que luchaban en los frentes también los reemplazaban (especialmente a partir de 1915) a la hora de ofrecer el espectáculo del juego de aquel deporte ya mayoritario llamado fútbol. En la capital del condado de Lancashire, la ciudad de Preston, existía la Dick, Kerr and Company, una empresa de construcción de maquinaria eléctrica para uso en ferrocarriles y tranvías, que con la guerra se había especializado en fabricar municiones. De ella surgió en 1917 el que hasta hace medio siglo era considerado el mejor equipo femenino de fútbol, y que todavía es tenido por el mejor de la historia temprana del fútbol jugado por mujeres: el Dick, Kerr Ladies Football Club. Su estrella era Lily Parr, que había debutado en 1919 con tan solamente catorce años y acabaría marcando en su dilatada carrera un total de 967 goles (986 según las fuentes), lo que la convirtió en la jugadora más significativa de la historia del fútbol femenino, aunque el ímpetu que éste recibirá ya entrado el siglo XXI acabará haciéndola compartir su carácter legendario con futbolistas necesariamente más mediáticas (y con seguridad mejores). Parr fue la primera futbolista incorporada al Salón de la Fama del futbol inglés (The English Football Hall of Fame), algo que ocurrió en 2002, el año que se inauguró ese marco honorífico (compartiendo la gloria con el primer futbolista varón, el portero Gordon Banks).

El récord de asistencia a un partido entre clubes de fútbol femenino duró algo más de un siglo: 53.000 espectadores presenciaron el 26 de febrero de 1920 (en el muy festivo y muy futbolístico Boxing Day) el enfrentamiento benéfico entre el Dick, Kerr Ladies y el St. Helens Ladies (de donde procedía Parr, precisamente, el equipo de Saint Helens, una ciudad del condado de Merseyside) disputado en Liverpool, en Goodison Park (el campo del Everton). Venció el equipo de la ciudad de Preston por 4-0.

Pero… El éxito del fútbol jugado por mujeres, la acogida multitudinaria que (de vez en cuando) ahora conocemos, tardaría décadas en producirse. No había trascurrido un año de la hazaña de Goodison Park cuando, el 5 de diciembre de 1971, la Federación Inglesa de Fútbol (compuesta exclusivamente por hombres) prohibió el fútbol femenino, básicamente impidiendo a los clubes miembros que prestaran sus estadios, aduciendo que su práctica era “inadecuada para mujeres”, pero con un trasfondo de interés que completaba el entramado machista de aquella actitud: en realidad temían que fuera una competencia incómoda al fútbol jugado por hombres. El fútbol femenino, que fue prohibido de esta manera en países como Italia o Francia, pasó a disputarse casi de una forma clandestina. Pero no dejó de jugarse. Hasta que salió de aquellas catacumbas prácticamente cinco décadas más tarde.

Pongámonos en contexto histórico. Después de la Primera Guerra Mundial, como podemos leerle al historiador español Juan Sisinio Pérez Garzón en su Historia del feminismo, “hubo procesos sociales y cambios de mentalidad de indudable relevancia”, repletos de novedades que permitieron “nuevas conquistas en la igualdad de las mujeres” que “ampliaron su presencia en el ámbito educativo, por supuesto en el mercado laboral y también en la vida política, además de que se abrieron nuevos espacios de libertad social y sexual en la vida personal”. Si desde la década de 1960 “el papel de las nuevas feministas fue decisivo pues aportaron un nuevo enfoque de las relaciones entre hombres y mujeres” es a partir de la década siguiente cuando “los movimientos feministas adquieren un auge inusitado a escala internacional”. Y es en ese ámbito social que tendría lugar el despegue del fútbol femenino.

En la década de 1960, cuando el fútbol jugado por mujeres era, como mucho, tolerado por las asociaciones futbolísticas oficiales, cuando no casi prohibido, un grupo de empresarios y abogados italianos creaban la Federazione Italiana di Calcio Femminile (FICF), llegando a organizar en 1969 un campeonato europeo de fútbol femenino disputado en su país. Y pronto decidieron dar el siguiente paso: crear una federación internacional. En febrero de 1970, en Turín, se fundó la Federación Internacional y Europea de Fútbol Femenino (FIEFF). Lo primero que hizo la FIEFF fue organizar en julio un Mundial (no oficial, al no ser no reconocida la FIEFF por la FIFA), en el que participaron siete equipos representando a siete países y el cual fue ganado por las jugadoras de Dinamarca. El nombre de aquel torneo fue Coppa del Mondo 1970-Martini & Rossi Cup, pues fue esa marca italiana de vermú la encargada de sufragar sus gastos.

Medio siglo después de su decisión machista de prohibir oficialmente el fútbol jugado por mujeres, la Federación Inglesa se retractó de aquella medida profundamente contraria a algo tan básico en las sociedades contemporáneas como los mismísimos derechos humanos. Ese mismo año de 1971, la FIEFF organizó su segundo evento mundial en México, nuevamente ganado por las danesas, esta vez registrando un considerable éxito de público (capaz de llenar el impresionante estadio Azteca de la capital mexicana).

Finalmente, la FIFA, después de que a Inglaterra se le unieran lentamente otros países consintiendo el fútbol femenino, incluso fomentándolo, accedió a que en 1988 se celebrara un torneo en China que sirvió como antecedente probatorio de la que sería la primera Copa Mundial femenina, disputada en ese mismo país tres años después y, en la cual, Estados Unidos se convirtió en la primera selección en ganar un torneo mundial auténticamente oficial. Todavía duraban aquellos partidos 80 minutos, diez menos que los jugados por hombres. En los Juegos Olímpicos de 1996, celebrados en la estadounidense Atlanta, se disputó por vez primera fútbol femenino en unos Juegos, y la medalla de oro recayó también en el país anfitrión. El fútbol femenino de selecciones nacionales se acostumbraba lentamente a llenar estadios con cifras comparables a las de los partidos masculinos.

Otro hito en la historia del fútbol jugado por mujeres tuvo lugar el 23 de mayo de 2001, cuando la UEFA acordó la creación de la Copa de la UEFA Femenina, conocida ocho años como Liga de Campeones Femenina de la UEFA.

Marta

Entre las sucesoras de Parr cabe destacar a Marta (Vieira da Silva), la brasileña considerada mejor jugadora del mundo durante cinco años seguidos, entre 2006 y 2010 (este último año fue la primera mujer elegida Balón de Oro), y en 2018 (ya como The Best FIFA).

Ciento dos años después de aquel partido histórico del año 1920, el 30 de marzo de 2022, un nuevo récord de asistencia vino a sustituirlo en España: en el Camp Nou, el estadio del FC Barcelona, 91.648 espectadores vieron el encuentro de semifinales de la Liga de Campeones Femenina de la UEFA entre el equipo femenino local y el alemán Wolfsburgo.

No en vano, las jugadoras españolas de fútbol son consideradas las mejores del mundo, desde la tercera década del siglo XXI, como prueba no sólo el hecho de haber ganado el noveno Mundial, disputado en 2023, sino que tanto Alexia Putellas como Aitana Bonmatí hayan sido elegidas Balón de Oro en las ediciones consecutivas desde 2021 (Putellas las dos primeras, y en 2021, además, The Best FIFA).

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