Barcelona, Argelès-sur-Mer, Mauthausen: mucho horror del siglo XX en El convoy
El convoy es un cómic de Denis Lapière y Eduard Torrents (con el color a cargo de Marie Froidebise), publicado originalmente en Francia en dos volúmenes sucesivos en el año 2013, que yo he leído en la versión, completa, en español aparecida dos años después traducida por Robert Juan-Cantavella y rotulada por Vanessa Cabrera.
Lapière, su guionista, es un escritor belga que comenzó su carrera comiquera nada más y nada menos que en la revista Spirou, en tanto que su dibujante, Torrents, es un artista español nacido en Barcelona que le aportó la idea original de El convoy a Lapiére. El título del álbum hace referencia expresa al conocido como convoy de los 927, que salió en 1940 de la francesa Angulema hacia el campo de exterminio de Mauthausen-Gusen, el primero que trasladó a hombres, mujeres y niños españoles a uno de aquellos terribilísimos recintos nazis.
Torrents se inspira en la historia de su propia familia que, aunque no
sufrió el terror nazi, sí fue víctima de las dolorosas circunstancias del
exilio de miles y miles de españoles y españolas y la detención, como refugiados, en campos del sur de Francia. El propio
dibujante, que considera que este cómic es “un homenaje a todos aquellos
españoles que, huyendo de las represalias tras la guerra civil, se vieron
abocados a un destino mucho peor”, nos lo cuenta:
«Lapière le dio un aire menos
documental y más de película, y un trasfondo a la familia protagonista, para
que el lector se identificara con los personajes, que son ficticios pero
universales».
El dibujante de El convoy tiene muy claro lo que quería contar, lo
que finalmente contaron él y Lepiére: “la historia de nuestros abuelos, una
historia que por desgracia y a pesar de su relevancia no es suficientemente
conocida, no forma parte del inconsciente colectivo”.
Hay algo en la manera de contar lo que se nos cuenta, desde los estertores del franquismo, a trompicones, mostrándonos poco a poco el verdadero intríngulis de semejante vivencia angustiosa que no acaba de convencerme del todo, pero importa poco porque, en definitiva, El convoy es una historia de supervivencia, superación, amor, dolorosa tragedia y, de alguna manera, denuncia de un pasado bastante escondido de tal envergadura que creo que merece mucho la pena devorar sus páginas y pasar un mal rato que, como ocurre con el arte, con el buen arte, finalmente es un auténtico buen rato. Un largo momento de entusiasmo lector visual.
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