Blues
El destacado bluesmen estadounidense Muddy Waters grabó en 1977 una canción titulada The blues had a baby and they named rock and roll (‘El blues tuvo un bebé y lo llamaron rock and roll’), incluida en su elepé Hard again. Una canción, compuesta por él y por Walter Brown Brownie McGhee, en la que aparecían algunos de los mejores músicos negros de la música popular del siglo XX, como el propio Waters:
“Todos ustedes, saben que
el blues tiene alma.
Bueno, esta es una
historia, una historia nunca contada.
Bueno, ustedes saben que
el blues quedó embarazada
Y llamaron al bebé Rock
& Roll.
Muddy Waters lo dijo, ya
saben que el blues tiene alma.
James Brown lo dijo, ya
sabes que el blues tiene alma.
Bueno, el blues tuvo un
bebé y llamaron al bebé rock & roll.
Ray Charles lo dijo, ya
sabes que el blues tiene alma.
John Lee Hooker lo dijo,
ya sabes que el blues tiene alma.
Bueno, el blues tuvo un bebé
y llamaron al bebé rock & roll.
Otis Redding lo dijo, ya
sabes que el blues tiene alma. […]”
Más sobre el blues como origen
evidente del rocanrol. En su libro American madness: Springsteen y la
creación de Darkness on the edge of town, el periodista musical español
Julio Valdeón Blanco escribió que “Elvis Presley buceó en aguas musicales de
probada efervescencia donde convergían las baladas sobre el ferrocarril de
Jimmie Rodgers con las trompetas que llegaban de Nueva Orleans y los blues del
Delta paridos por Robert Johnson. En el sur, la música no era pasatiempo sino
forma de vida, una contradicción fascinante que resumía, condensaba y
trascendía la miseria del día a día, el lenguaje de la congregación y, también,
los dialectos del diablo… […] Elvis, con su genio, lo aprovechó todo, lo
propulsó al espacio exterior: en el transcurso de muy pocos años dio carta de
naturaleza al rock and roll transformándose él mismo en su único rey
verdadero”.
El blues, que es (según leo en su indispensable Breve historia de la música al músico y profesor Javier María López Rodríguez) “música de carácter melancólico y expresiva del desaliento y el dolor de la América negra y campesina”, aunque llegará mucho más allá de ser un mero nutriente del seminal jazz.
“El blues, en sus estructuras rítmicas,
armónicas, y melódicas, así como en su paso de lo rural a lo urbano, funciona
como una “superestructura” que sostiene todo el armazón jazzístico. Se tocará y
compondrá blues durante todas las épocas, adaptando su organización básica de
doce compases a las tendencias estilísticas de cada momento, siendo además una
de las principales fuentes en el surgimiento del rock”.
Para muchos, para el periodista musical
español Fernando Navarro, por ejemplo, el blues es “el estilo tal vez más
crucial en la música popular del siglo XX.”
Y lo llamamos blues
para no decir tristeza,
para no añadir blues al blues.
Suena un blues en ese lugar del mundo
que es tu esternón duro como tu espíritu, mientras de la noche sólo va quedando
el dulce batirse de las olas de un océano hecho pedazos bajo la fiera piel de
una voz, la voz de la última cantante sobre la Tierra. Escuchas un blues y es como si hubieras nacido allá donde el
blues sale porque sí, un súbito coraje de desdichas afiladas brota de no sabes
bien dónde ni te importa, sabes y con eso te basta que es una canción surgida
del interior de lo que es ser humano, hay en esa música un deje del diablo, sí
claro, pero sobre todo hay un aroma de dioses enfebrecidos, hay en ella una
cadencia irrespetuosa de balanceos y de quietudes solemnes y burlescas a la
vez, es escuchar ya digo un blues y rozar durante los tímbricos momentos de sus
notas los sincopados arrebatos de la dicha del baile y del mismísimo sexo, es
aprender a respetar el derecho a la felicidad de todo los humanos de bien, es
muchas veces sí un éxtasis de tu forja como individuo al alojarte en el seno de
un dios, es escuchar un blues y ya acabo una manera de retener la derrota en el
espacio reservado a las caricias.
Los primeros
cantantes de blues, al negarse a cantar afinados, devolvían así la
canción a su origen: el del sonido sin restricciones. Para el experto crítico e
historiador musical estadounidense Ted Gioia (La música. Una historia subversiva), “más de dos mil años después del
paradigma pitagórico, el blues afirmaba que la música ya no tenía por qué
seguir subordinada a las matemáticas: sus melodías se negaban a encajar en el
sistema establecido de notación musical”. Los primeros blues de los que tenemos
noticia, de comienzos del siglo XX o finales de la centuria anterior, eran “una
afrenta a la esencia de la música occidental”. Como vemos que siempre ocurre a
lo largo de la historia de la música, “la industria no inventó el blues, pero
desde luego supo venderlo”.
“Siempre he dicho
que, para mí, los músicos de jazz son el equivalente a los licenciados
universitarios y los músicos imprecisos como yo aún estamos tratando de
terminar el instituto”.
B. B. King (recogido en
el libro Un aplauso para el astronauta. Conversaciones sobre surf, arte y
rock n’ roll, de David Moreu, publicado en 2020 por Sílex ediciones)
Es en Chicago (la
capital de la América negra a mediados del siglo XX, a decir del historiador
Philip Jenkins) donde el blues,
escribe López Rodríguez, “en su versión urbana, se incardinó definitivamente
como uno de los grandes tejidos del jazz, dando lugar al blues clásico”. Y las
mujeres cantan, mujeres como Bessie Smith (1894-1937), la Emperatriz del blues (o
como Mamie Smith que, en 1920, no sólo fue la primera mujer afroamericana en
grabar una canción sino que fue el primer ser humano que grabó un blues: Crazy blues). Una banda destacada de aquellos años es la Creole Jazz Band
del trompetista Joe King Oliver (1885-1938), el músico que dará nombre al
protagonista de la novela Traición,
del escritor estadounidense de novela negra Walter Mosley; los Hot Five y Hot
Seven de Louis Armstrong (1901-1971) o los Red Hot Pepper de Jelly Roll Morton.
“Muchos músicos blancos, fascinados por estas formaciones, imitaron su música”,
ejemplo señero de ello es la trayectoria musical del cornetista Bix Beiderbecke
(1903-1931).
“En los años
veinte, la música practicada en Chicago adquirirá paulatinamente una serie de
características que permanecerán durante varias décadas. A nivel organizativo,
el solista irá tomando cada vez más relevancia, realizando solos sucesivos -coros en la argot jazzístico- y
abandonándose poco a poco la textura heterofónica de solos simultáneos del
estilo Nueva Orleans. Desde el punto de vista instrumental, la sección de
acompañamiento tenderá a abandonar la tuba y el banjo para centrase en el
contrabajo, el piano o la guitarra. Irrumpirá con fuerza el saxofón, eclipsando
en cierta medida al trombón”.
“El
rock es como una pila eléctrica; cada cierto tiempo hay que regresar al blues y
volver a cargar. […] Hay quienes hablan de mí como de un revolucionario: eso es
absurdo, todo lo que hice fue copiar a B. B. King”.
Madre,
Primera Dama, Emperatriz. Si hablamos de blues, es indiscutible la importancia
de las artistas afroamericanas que abrieron el camino (no sólo a las mujeres)
de una forma de música, Ma Rainey (1886-1939) es considerada, nada más y nada
menos, como la Madre del Blues. En 1920, Mamie Smith (1883-1946), la Primera
Dama del Blues, “grabó Crazy blues y
abrió las puertas a la difusión de este género”. Bessie Smith (1894-1937), la
Emperatriz del Blues, suele ser considerada como la mejor intérprete de blues
de aquella época clásica (cuyas interpretaciones “son la quintaesencia del
blues clásico” para Fernando Navarro, quien dijo también sobre ella que fue “la
primera gran estrella femenina en el firmamento de la música popular, es
paradigma del blues clásico, aquel que durante los años veinte norteamericanos
se hallaba en la duermevela de los vodeviles y el insomnio desenfrenado de los
cabarets”). Mamie y Bessie. Por su parte, Memphis Minnie (1897-1973) cantaba,
tocaba la guitarra y componía canciones de blues, y (sigo a partir de ahora,
para finalizar, a la investigadora y especialista en visibilización femenina
Ana López-Navajas y a la musicóloga y flautista Laura Capsir Maiques, y su
libro El papel de las mujeres en la música) “tuvo una carrera que
evolucionó desde el country blues de los años 20 hasta el electric Chicago
blues de los 50, contribuyendo a sentar las bases del rhythm and blues y el
rock and roll”. Alberta Hunter (1895-1984), “figura legendaria del jazz
primitivo, es una de las más importantes damas del blues”. Más pioneras
grandiosas de la música blues: la cantante Ida
Cox (1896-1967) y la pianista y cantante Victoria Spivey (1906-1976).
[Este artículo ha sido escrito con la
ayuda de mi libro La música (pop) y nosotros, publicado en 2021 por
Sílex ediciones.]
“Se puso a silbar
una tonada que recordaba de cuando era pequeño, un blues. No le venía la letra
a la cabeza y tampoco se acordaba de si era su padre o su madre quien la
cantaba, pero siempre que aquella canción le venía a la mente se sentía bien,
una especie de frescor como el que daba la sombra de una nube aparecida de
repente, algo que interrumpía otra cosa más grande, y que disfrutabas tú solo
hasta que pasaba de largo”.
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