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Galeno en la posteridad; por Miguel Ángel Novillo López


Galeno escribió fundamentalmente en griego y, según sus propios testimonios, empleó a veinte escribas para ello. En el año 191 un incendio destruyó algunas de sus obras. Su producción literaria se basó en la tradición hipocrática a la que unió elementos del pensamiento de Platón y de Aristóteles que había recibido a través del estoicismo de Posidonio, dando gran importancia a los métodos de conservación y preparación de fármacos. 

La obra de Galeno perduró como la principal fuente del saber médico hasta bien entrado el siglo XVII. Su obra fue, por ende, empleada como obra clave tanto en la Antigüedad como en la posteridad. 

Sus tratados médicos fueron de los primeros títulos reproducidos con la imprenta. La obra médica más popular hasta finales del siglo XIII fue De locis affectis. Además, los jesuitas realizaron una importante labor de difusión de la obra científica de Galeno, aunque, eso sí, con elementos de la cultura científica china del siglo XVI.

Médicos de la posteridad utilizarían y traducirían la obra de Galeno. Tal fue el caso de Teodoro Prisciano, médico africano del siglo V que emplearía los fundamentos neurológicos de Galeno para escribir su tratado sobre la epilepsia. Pero sin duda fue el francés Andrés Vesalio (1514-1564), autor renacentista, el autor en el que más influyó Galeno. Vesalio corrigió su obra en todo lo relativo a cuestiones anatómicas al estudiar directamente la anatomía humana. 


Finalmente, sería desde finales del siglo XVII cuando se produjese la decadencia de la medicina galénica como consecuencia de los nuevos avances científicos y las nuevas corrientes de pensamiento. No obstante, y en muchos casos, se seguiría tomando como obra de referencia la obra de Galeno. Por consiguiente, junto con Hipócrates, sería considerado como uno de los pilares del saber médico a lo largo de los siglos.

 

Este texto apareció en la revista digital Anatomía de la Historia, que yo dirigí, el 3 de diciembre de 2012, dentro del artículo del propio autor titulado ‘Galeno: paradigma de la medicina en la antigua Roma’.

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