El artista ciudadrealeño Antonio López estuvo pintando entre 1974 y 1981 su famosa vista de la Gran Vía. Leo en la web del Museo Thyssen-Bornemisza que no es otro paisaje anónimo, sino más bien “el retrato de un lugar único”. El pintor describe lo inerte al tiempo que “va aplazando (indefinidamente) el trabajo sobre todo aquello que se mueve (figuras humanas, automóviles, nubes)”.
Mi padre lo veía a él alguna mañana cuando iba a trabajar y
estaba allí pintando, imagino que muy temprano, a menos que yo recuerde mal lo
que me contó y cuando le veía no era al llegar Ricardo a su banco, el Vizcaya, tan
cercano de donde López se ensimismaba para ensimismarnos, sino cuando salía a
almorzar con los compañeros algo más tarde.
(Sé ahora que el artista pintaba siempre al amanecer, y lo
hacía, al parecer, con la luz del verano, y no en otra estación…)
No importa, mi padre vio a Antonio muchas veces pintando ese cuadro. Y yo, que
no necesito a López para recordar a Ricardo, creo que es hermoso que el arte
tenga memoria de mi padre, como yo.
Yo alguna vez lo vi también, por la mañana, hace muchos, muchos años
ResponderEliminar