22 de junio de 1906. En una
localidad hoy polaca, aunque austrohúngara en aquellos tiempos anteriores a la
debacle de la Gran Guerra, llamada Sucha y renombrada cincuenta años más tarde
como Sucha Beskidzka, nacía Samuel
Wilder, a quien su mamá apodará Billie para que años más tarde, cuando la
centrifugadora de la Historia le arroje hacia el país más rico del mundo, él
mismo… se haga llamar Billy. Billy Wilder. Dios, a decir del cineasta español
Fernando Trueba y de muchos entre los que se encuentra quien esto escribe.

A la descacharrante Con faldas y a lo loco, podemos añadir
otras cumbres cinematográficas como las que siguen, que certifican la inmensa
categoría humana y artística de una persona sin par: Días sin huella, Perdición,
El
crepúsculo de los dioses, Testigo de cargo, El
apartamento, Uno, dos, tres, ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu
madre?, Primera plana o Aquí, un amigo. La obra gigantesca
de un cínico tan tierno como certero.
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