Cuando hartoyadeestarharto yasecansó, Luis Pastor decidió responder una pregunta que le asediaba, a él que seguía vivito y coleando haciendo canciones y cantándolas, siendo un cantautor como lo habían sido al igual que él tantos otros antes y al mismo tiempo, cuando peor nos iban dadas y cuando pudimos sacar del agua el cuello. Luis Pastor, a quien tanto quise cuando pude, cuando quise y cuando tuve.
Era noviembre, el día 10, era el año
2011, se presentaba en Madrid, concretamente en el Círculo de Bellas Artes el libro
José Saramago, un retrato apasionado, del periodista y escritor
portugués Armando Baptista-Bastos. Allí se encontraban el autor, la escritora y
periodista Pilar del Río (prologuista y traductora del libro en cuestión, viuda
de Saramago), el también escritor e incluso exministro español César Antonio
Molina, la editora del libro Lourdes Lucía (de Clave Intelectual). Junto a
ellos, Luis Pastor, tan vinculado al escritor portugués. Fue entonces cuando el
cantautor recitó ante los presentes los versos memorables de su poema ‘¿Qué fue
de los cantautores?’, un año después canción y seis más tarde título de un
libro suyo.
El álbum ¿Qué fue de los
cantautores? incluía trece canciones (una de ellas, la que lo cerraba,
era en realidad un poema, así llamado, Poema, recitado por el cantautor,
sin acompañamiento musical alguno), la primera de las cuales le daba título y
duraba cuatro minutos. Publicado en 2012, la producción y arreglos corrieron a
cargo del guitarrista argentino Osvi Grecco y entre los músicos que acompañaban
la voz de Luis Pastor se encontraban el acordeón de Cuco Pérez, el bajo y el contrabajo
de José Pepo Gómez, el piano eléctrico, el órgano y el sintetizador de Tito
Dávila, la percusión de Martín Bruhn, el trombón de Norman Hogue, el violín de
Diego Galaz y la voz de Lourdes Guerra. En la canción que titulaba el disco,
tocaba la guitarra también Markos Bayón.
El recitado de la canción, tal y como
se puede escuchar en el disco, dice…
“Éramos tan
libertarios, casi revolucionarios
Ingenuos como
valientes, barbilampiños sonrientes
Lo mejor de cada
casa, oveja negra que pasa de seguir la tradición
Balando a
contracorriente de la isla al continente, era la nueva canción
Éramos buena
gente, paletos inteligentes
Barbudos
estrafalarios, obreros chicos de barrio
Progres
universitarios soñando en una canción
Y viviendo la
utopía convencidos de que un día vendría la revolución
Aprendiendo a
compartir la vida en una sonrisa
El cielo en una
caricia, el beso en un calentón
Fuimos sembrando
canciones en esta tierra baldía
Y floreció la
poesía y llenamos los estadios
Y en muchas
fiestas de barrio sonó nuestra melodía
Tardes y noches de
gloria que cambiaron nuestra historia
Y este país de
catetos, Fascistas de pelo en pecho
Curas y monjas
serviles, grises y guardias civiles
Funcionarios con
bigote y chusqueros de galón
Al servicio de una
casta que controlaban tu pasta
Tu miedo y tu
corazón
Patriotas de
bandera, españoles de primera
De la España
verdadera, aquella tan noble y fiera
Que a otra media
asesinó. Brazo en alto y cara al Sol
Leales al
movimiento, a la altura y al talento del pequeño dictador
Que fue caudillo
de España por obra y gracia de Dios
Toreando en plaza
ajena, todo cambió de repente
Los políticos al
frente de comparsa al trovador
Se cambiaron las
verdades, tanto vendes, tanto vales y llegó la transición
La democracia es
la pera, cantautor a tus trincheras
Con corona de
laurel y distintivos de honor
Pero no des más la
lata, que tu verso no arrebata
Y tu tiempo ya
pasó
¿Qué fue de los
cantautores?
Preguntan con aire
extraño cada cuatro o cinco años despistados periodistas
Que nos perdieron
la pista y enterraron nuestra voz
Y así van para más
de treinta con la pregunta de marras, tocándome los bemoles
Me tomen nota
señores que no lo repito más
Algunos son
diputados, presidentes, concejales, médicos y profesores
O ejerciendo
asesoría en la sociedad de autores
Otros están y no
cantan, otros cantan y no están
Los hay que se
retiraron, algunos que ya murieron
Y otros que están
por nacer
Jóvenes que son
ahora también universitarios
Obreros chicos de
barrio, que recorren la ciudad
Un CD debajo el
brazo, la guitarra en bandolera
Diez euros en la
cartera, cantando de bar en bar
O esos raperos
poetas, que en sus panfletos denuncian
Otra realidad
social
Y mujeres, ni se
sabe
Y sobre todo si
hablamos de las primeras gloriosas
Que tuvieron los
ovarios y el coraje necesario
De subirse a un
escenario de aquella España casposa
¿Qué fue de los
cantautores?
Aquí me tienen
Señores
Como en mis
tiempos mejores dando el cante, que es lo mío
Y aunque en
invierno haga frío, me queda la primavera
Un abril para la
espera y un Grândola en el corazón
¿Qué fue de los
cantautores?
Aquí me tienen
señores
Aun vivito y
coleando
Y en estos versos
cantando nuestras verdades de ayer
Que salpican el
presente y la mierda pestilente que trepa por nuestros pies
¿Qué fue de los
cantautores?
¿De los muchos que
empezamos? ¿de los pocos que quedamos?
¿De los que aun
resistimos? ¿de los que no claudicamos?
Aquí seguimos,
cada uno en su trinchera
Haciendo de la
poesía nuestro pan de cada día
Siete vidas tiene
el gato
Aunque no cace
ratones
Hay cantautor para
rato
Cantautor, a tus
canciones
Zapatero a tus
zapatos”.
En el encarte del álbum, Luis Pastor
se lo dedicaba a otros cantautores que, como él, lo fueron y muy grandes, pero
ya no están: Ovidi Montllor, Carlos Cano, Chicho Sánchez Ferlosio, Hilario
Camacho, Imanol, Labordeta, Quintín Cabrera, Mikel Laboa…
“A todos los
compañeros cantautores que ya no están, pero nos dejaron su ejemplo, su
compromiso y sus canciones”.
El nombre del documental Luis Pastor. Un Grândola en el corazón es parte de uno de los versos de ¿Qué fue de los cantautores? Estrenado en 2014, fue realizado por Ramón Moratalla para la revista Diariofolk, incluía entrevistas a músicos como el propio Pastor, Luis Martín Díez y Pablo Guerrero y a los periodistas musicales Fernando González Lucini y José Miguel López, así como por ejemplo una parte del concierto de presentación del elepé ¿Qué fue de los cantautores?
Luis Pastor publicó en 2017 su libro ¿Qué
fue de los cantautores? Memorias en verso. De esa obra escribió en ella
el poeta y editor español Luis Felipe Comendador lo que sigue:
“El octosílabo, que es el verso español por excelencia, sitúa por sí mismo, y sin duda alguna, al poeta y al cantor que lo construye. Luis Pastor, santo y seña de una generación que amaneció con las manos atadas, nos ofrece en ¿Qué fue de los cantautores? su decurso vital, su peripecia artística y, lo que para mí resulta fundamental, su decidido e inagotable compromiso con la causa humanista. Y lo hace con un resultado lírico verdaderamente brillante, pues Luis se mueve como pez en el agua en el verso octosilábico, que es también medida tradicional española para la canción -en la que el autor es maestro de maestros-, y, apoyado en su ritmo, construye en primera persona su imagen de hombre entre los hombres con una narrativa efectiva y cautivadora, igual que lo son su sonrisa y su mirada vivaz teñida de la melancolía del fado. La voz que aún nos eriza y que fue capaz de hacer temblar a un régimen fascista alucinado, hoy se hace palabra escrita. La lectura es fluida, casi encabalgada por el ritmo tranquilamente frenético del que Luis Pastor la ha dotado, e incontenible hasta gastar el último verso de un trago largo y hermoso”.
Una muestra del
contenido del libro. Habla (escribe) Luis Pastor:
“Soy un rayo
nacido del grito,
feliz meteorito,
de alguna explosión.
Soy la unión de
dos cuerpos celestes,
mi madre y mi
padre en el ojo de Dios.
Vine al mundo con
la sementera,
el trigo en la
era, el fruto en la flor.
Arrancado del
surco del huerto,
tomate, pimiento,
patata y melón.
Soy un viejo
pupitre de escuela,
pizarra, tintero,
cartera y catón.
Yo también comí
queso amarillo,
bebí leche en
polvo y canté el Cara al sol.
Soy el cuerpo
sagrado de Cristo,
rosario, novena,
pecado y perdón.
Soy un pobre
corral de gallinas,
castaño y encina,
oveja y pastor.
Soy lo que fuimos
ayer,
soy lo que está
por venir,
soy un deseo de
ternura,
un canto de cuna,
soy parte de ti.
Un marinero sin
mar,
un extremeño en
Madrid, un árbol de Berzocana,
la flor de jara de
tu jardín.
Soy un leve
murmullo del viento,
caricia del
tiempo, diciéndome adiós.
Soy recuerdo de un
largo viaje,
familia emigrante
a una vida mejor.
Soy memoria de un
tiempo de barrio,
ciudad de
extrarradio de lata y cartón.
Soy un verso
lanzado al futuro,
proyecto seguro,
guitarra y canción.
Aquí seguimos.
Cada uno en su
trinchera
haciendo de la
poesía
nuestro pan de
cada día.
Siete vidas tiene
el gato
aunque no cace
ratones.
Hay cantautor para
rato.
Cantautor, a tus
canciones.
Zapatero, a tus
zapatos”.
Cuando era (más) joven tuve un poster
de Luis Pastor en mi cuarto, me lo regalaron un par de amigos. Al principio me
pareció una broma, yo era ya muy roquerillo y popero, pero… Ellos sabían lo que
me habían gustado dos discos de Luis Pastor años atrás, pocos años atrás. Y aún
hoy. Uno era de 1976 y el otro de 1977. Yo tenía trece y catorce años. Vallecas
y Nacimos para ser libres. Su segundo y su tercer elepé. Después
frecuenté poco a Luis. Pero de vez en cuando me vuelve a encandilar. Como
cuando grabó aquella maravillosa canción con Pedro Guerra titulada Ángel caído (incluida en el álbum de
Luis Diario de a bordo, de 1996).
Por cierto, aquel Poema del
disco decía (lo transcribo):
“Ya no hay
amaneceres
para los que no
comen,
para los que no
duermen,
para los que no
trabajan.
Ya no hay
revolución ni utopías.
La esperanza se
perdió
en las
alcantarillas del siglo XX.
Los sueños son
una imagen digital
codificada.
El Siglo de las
Luces alumbró el templo de las finanzas, el altar del nuevo milenio,
donde se ofrecen
sacrificios al dios Wall Street, Dios único y verdadero,
que guarda sus
ganancias en los bancos del mundo.
El mundo
convertido en mercado y mercadería.
Mercados de armas,
del sexo,
del turismo, del
ocio, de la droga.
Mercados de
órganos arrancados a los miserables del mundo, a los indefensos del planeta.
Mercados de basura
radioactiva,
de estrellas del
deporte,
de obras de arte,
de animales,
de productos
transgénicos,
de diamantes….
Mientras la memoria colectiva viaja en Internet”.


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