A lo largo de mi vida he desarrollado diferentes facetas en el mundo de la música. He sido agente artístico, manager, productor de conciertos, editor discográfico y de canciones, y ahora mismo desarrollo el 90 % de mi actividad como promotor. A veces me preguntan qué hace exactamente un promotor. No es fácil explicarlo, pero voy a intentarlo.
Ser promotor es una tarea apasionante. Un día me dijo
un buen amigo que yo era un fabricante de sueños. Me gustó que me llamara así. En
la práctica, eliges al artista, alquilas un local, decides la fecha y la hora,
fijas un precio de entrada, planificas la promoción, obtienes los permisos
necesarios… et voilà: ya tenemos un
concierto. Un sueño y un acontecimiento para muchos.
Detrás de esa aparente sencillez hay todo un engranaje
invisible: decisiones, cálculos, intuición y riesgo. Todo ello pende de un
delicado equilibrio que hay que calibrar bien: una combinación exacta de
artista, ciudad, fecha, precio y comunicación. Cuando aciertas, la magia
ocurre; cuando no, aprendes. Y en ambos casos, algo de ti se queda sobre ese
escenario.
El resultado de esta actividad es simple: ganas o pierdes en función de la venta de entradas. Con el tiempo desarrollas el ojo del pescador: “Creo que esto, en esta ciudad, en esta fecha y a este precio puede funcionar”. Te lanzas y lo haces.
Al cabo del año oscilo entre 60 y 100 shows, y todos y
cada uno de ellos son una pasión, un reto, una ilusión. Además —y sin
pretenderlo expresamente— genero una actividad económica importante: alquilo
equipos de sonido e iluminación, contrato conductores, técnicos, personal
logístico y un largo etcétera.
Seguramente, junto al management, es con lo que más me
he divertido en mi ya larga carrera profesional, y probablemente la única
actividad en la que dependo tan solo de mí mismo.
No dejéis de ver música en directo. Detrás de cada
concierto al que vayáis hay un promotor: un impulsor, un motor, una persona o
entidad que ha arriesgado su trabajo y su capital para ofreceros un par de
horas de sueños y evasión. Y también un montón de gente que ha puesto su
esfuerzo y empeño en hacerlo posible. La música en directo encierra un mundo
apasionante y un alma que solo algunos afortunados podemos tocar.

Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.