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Mermelada y aquel disco para la historia


1979, Madrid, ecos de los Stones y el futuro a nuestro alcance. Menudo disco de debut. ¿Te acuerdas, Enrique Tejerizo? ¿Te acuerdas, Juan Manuel Larrinaga?

A los 16 años, subiendo al Instituto Cervantes, a la glorieta de Embajadores, desde la plaza de la Beata, con mis amigos Manolo y Quique, cantando a pleno pulmón una canción de Mermelada, no sabíamos que la vida era esto. O sí y por eso lo hacíamos, porque intuíamos que la vida iba a acabar yendo en serio.

Ya conté en su momento que hace unos años, un amigo mío historiador, me dijo algo que hizo mella en mí. No me molestó. Me tocó. De lleno. No me lo dijo realmente a mí directamente, pero conmigo hablaba cuando pronunció algo parecido a “todo el que se despierta antes de las ocho de la mañana es un fracasado”. La frase fue algo así. Pudo decir otra hora, tal vez las siete. Creo que dijo las ocho. Yo me despertaba de aquélla, todos los días de la semana, de lunes a viernes, ambos incluidos, a las seis. Las seis de la mañana. Como empezaba la canción. ¿Qué canción? La canción estaba en el primer magnífico disco elepé de un grupo madrileño de rhythm and blues, Mermelada.

 

“Las seis de la mañana: por fin vuelvo a casa. Las calles están vacías aunque empieza el día. Atrás quedarán risas y alcohol: ¡las seis ya otra vez más! Recoge las botellas: no pienses más en ellas. Llegas a tu casa: no puedes con tu alma. Atrás quedarán risas y alcohol: ¡las seis ya otra vez más! Caes en la cama sin pensar en nada, mañana te levantas con una gran resaca. Atrás quedarán risas y alcohol: ¡las seis ya otra vez más!



Más arriba he escrito ecos de los Stones. Me refería a los primeros Rolling Stones, pero para decirlo ahora con una mayor precisión: ecos de Dr. Feelgood.

22 de octubre de 1979, a mis 16 años, se pone a la venta el primer elepé de un grupo madrileño llamado Mermelada (formado por el bajista y acordeonista Daniel Montemayor, el armonicista Javier Moro Encinas, el baterista y percusionista Antonio Yenes, el cantante principal y guitarrista Javier Teixidor y quien fuera su técnico de sonido en ruta: Alberto Prudenciano).

El nombre del disco es Coge el tren. La discográfica que lo publica es Chapa Discos, creada dos años antes por el entonces muy conocido periodista y productor musical, sobre todo locutor de radio, Vicente Mariscal Romero (conocido simplemente como Mariscal Romero, también como El Mariscal Romero), productor del álbum, e integrada en Zafiro Records.


Nueve de sus canciones (Encrucijada, una versión del Crossroads del mítico bluesman Robert Johnson; Publicidad, Las 6 de la mañana, Bebiendo y bailando, Cantando blues y Marta, las cinco compuestas por Javier Teixidor; Espero que puedas ser feliz, adaptación del I wish you would de otro bluesman estadounidense, Billy Boy Arnold ¾una canción que versionaron antes The Yardbirds, David Bowie o Sweet¾, a cargo de Yenes, Montemayor, Encinas y Teixidor; las instrumentales Sintonía y Boogie del pantano, también compuestas por los cuatro) habían sido registradas y mezcladas en los estudios madrileños Escorpio a mediados del mes de junio, con Tino Azores como técnico de grabación; una de ellas (Dame la botella, compuesta por Teixidor) grabada y mezclada por Santiago Lardies en los asimismo estudios madrileños Audiofilm un año antes (en mayo) y que ya figuraba en el primer single de la banda, publicado en aquel año 1978, cuando se hacían llamar todavía Mermelada de Lentejas; y las otras cuatro (la que daba título al álbum, Coge el tren, compuesta por Teixidor, Dime cuál es tu comisión, de él y de Javier Muñoz Gallego; Es mejor así, versión que Yenes, Montemayor, Encinas y Teixidor hicieran ¾hasta convertirla casi en otra cosa, majestuosa¾ de un tema del compositor estadounidense Don Raye, Down the road apiece, que grabó en su momento Chuck Berry, aunque se compuso para el Will Bradley Trio, y también estaba en el primer repertorio de The Rolling Stones; y O. M., de Encinas, que es quien la canta) registradas y mezcladas también en Audiofilm pero en febrero del 79 por el experimentado Luis Fernández Soria. Solamente dos de las canciones del elepé de debut de Mermelada superaban, sin llegar a los cuatro, los tres minutos.


Además de Montemayor, Encinas, Yenes y Teixidor, en el disco participaron el pianista Carlos Crespo en la canción que lo titulaba) y alguien que se haría muy famoso años después, aquí tocando el saxo y el piano: Luis Cobos.


Aunque Mermelada, que habían comenzado en 1977, fueron uno de los grupos que actuó en el fundacional concierto homenaje a Canito (nombre por el que comúnmente se conocía a José Enrique Cano Leal, fallecido en accidente de tráfico un mes antes, que tocaba la batería en Tos, nombre que sus compañeros cambiaron por el de Los Secretos) que se celebró en el Salón de actos de la Escuela de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid el 9 de febrero de 1980, nunca fue una banda considerada integrante de aquel fenómeno tan trascendental que llamamos Movida (madrileña), dándose el caso de que la mesa de mezclas y el equipo de amplificación empleados en aquel concierto eran los que ellos usaban. El accidente de Canito tuvo lugar en la Nochevieja de aquel año, cuando algunos de los integrantes de varios grupos madrileños iban en sus coches de una fiesta a otra por las carreteras del norte de Madrid. Entre ellos había componentes de Los Elegantes, Tos, Nacha Pop... Y Yenes y Teixidor, de Mermelada. En aquel concierto tantas veces considerado como inaugural de la Movida, además de Mermelada, tocaron Nacha Pop, Alaska y los Pegamoides, Paraíso, Mamá, Los Bólidos (que todavía se llamaban Los Rebeldes, antes de que el grupo homónimo barcelonés les obligara a cambiar de nombre), Trastos y Mario Tenia y Los Solitarios, todos ellos, sí, normalmente añadidos a las listas de grupos de la Movida.



 


Cuando mi hermano Richard era pequeño editaba (sí, editaba) un fanzine sin tirada, de un único ejemplar por número, que llamaba Don Chaval. En esa publicación yo colaboraba escribiendo siempre algo. Por ejemplo, un artículo titulado ‘Mermelada ya no son de lentejas pero tienen mucho hierro’, que apareció en el número 2, del 15 de octubre de 1979, y en el que yo hablaba de una actuación del grupo que acabada de ver “el domingo 14” (se entiende que de octubre, como de hecho fue, porque aquel año, el día 14 de octubre... fue domingo) en el Gran Musical de la Cadena Ser. Yo tenía 16 y mi hermano 12 añitos. Nada más. Pero... Llegados a este punto caigo en la cuenta de algo: la fecha que ofrece de publicación del elepé la siempre útil Discogs (22 de octubre de 1979) no puede ser la correcta. Coge el tren no pudo haber salido después de que, como queda constancia en otra página escrita por mí en aquel número de Don Chaval del día 15 de octubre de aquel año, me hiciera eco de tres álbumes musicales recientes del pop español: Muñeca hinchable, de la Orquesta Mondragón (producido por alguien que también era periodista musical, Julián Ruiz); Tabarca, de Mediterráneo (otro disco producido por Mariscal Romero); y... Coge el tren, de Mermelada. ¿Sería el 2 de octubre de aquel año 79 la fecha de publicación de un disco que todavía hoy me parece un disparo maravilloso de energía juvenil?


La memoria, eso se sabe, nos juega muy malas pesadas a menudo. Y con la edad... Con la edad, muchas más. Algunos de mis amigos tenían un grupo de música y durante algún tiempo ensayaron en un pequeñísimo local del barrio (en un callejón de la calle de Embajadores, que, por cierto, puedo ver ahora mismo desde la ventana de mi habitación). Yo solía ir mucho a verlos ensayar e incluso simplemente estar allí, por el placer de estar con amigos charlando. También iba alguna que otra vez, y ahí es donde mi memoria empieza a hacer agua... También acudía, digo, el músico Julio Castejón, señera figura del mítico grupo Asfalto. Porque en mi recuerdo era él aquella persona que, por cierto, me parece que era en realidad el dueño de aquel local minúsculo de relativamente difícil acceso. En una ocasión, y de esto estoy seguro, fuera quien fuera ese músico veterano del barrio que yo creo recordar como Castejón, le hablé de aquel concierto de Mermelada sobre el que escribí en Don Chaval. Estaremos, más o menos, a comienzos del año 1980, o todavía del año 79, a finales. El caso es que a mi entusiasmo él, Castejón, o quien fuera, le puso unas gotas sarcásticas para rebajarlo dando a entender que hacer música corriendo, algo así dijo, no tenía mérito, que así cualquiera enardece a un auditorio. Pero yo sabía, y sigo sabiendo que aquella música, tantas veces calificada como anfetamínica, era y sigue siendo el hilo conductor entre nuestro deseo de ser piel roja y la cruda realidad. (Me dice, después de escribir esto, mi amigo José Luis González Subías, uno de los músicos que frecuentaban el local, que no era Castejón, seguro.)

Mermelada existe todavía, de alguna manera, con esa buena música suya pero con otro nombre (J Teixi Band), la banda de Teixi (Javier Teixidor), ese bluesman blanco para quien el rocanrol, el rhythm and blues, es un caballo pura sangre que te impide quedarte quieto y ser un hombre muerto.


 

Y la canción que cantábamos Manolo, Quique y yo era Es mejor así. Nosotros decíamos algo como me encuentro con mi amigo Quique que me dice así ey chico vas por mal camino, le miro a la cara y le digo así es mejor, es mejor, es mejor así.

 

Epílogo: Javier Encinas, conocido como Moro, Javier Moro, fallecido en 1986, además de tocar y grabar discos con Mermelada lo hizo con Mamá, Los Secretos, La Frontera, Desperados o Joaquín Sabina, con quienes el instrumento que hacía sonar era el saxo.

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