No hay militar y político más reconocible en toda la historia española que Francisco Franco Bahamonde. Ni figura pública que suscite mayores controversias basadas en el desasosiego de muchos y en el afecto agradecido de otros, incluso en el reconocimiento de unas virtudes que es evidente que no tuvo o en la inquina más desaforada justificada por años de represión inmisericorde.
Nacido en la coruñesa Ferrol el 4
de diciembre de 1892, Franco, jefe del Estado entre 1936 y 1975 y del Gobierno
desde 1936 hasta 1973, ejerció un dominio personalizado sobre los españoles
durante 39 años.
Bajo la forma de una dictadura salida de la victoria
en la Guerra Civil española promovida por la coalición que consintió su
hegemonía, su permanencia al frente del país le convierten en el gobernante que
ha ocupado el poder en el periodo más largo de la historia de España.
Una carrera
militar meteórica
Hijo y nieto de militares, Francisco Franco emprendió
la carrera castrense en el Ejército de Tierra. En 1907, ingresó en la Academia de Infantería de Toledo para, tres años después, convertirse en segundo
teniente de Infantería, cuando el norte
de África era ya escenario
habitual de las correrías exteriores españolas y caldo de cultivo del
meritoriaje castrense.
A los 20 años, Franco comenzaba su cursus
honorum en el Ejército de África, enfrascado en una de las Guerras de Marruecos.
Teniente en 1912, capitán tres años después,
comandante en 1917… En 1923 se casa en Oviedo con María del Carmen Polo y Martínez-Valdés, perteneciente a una familia rica ovetense,
matrimonio del que nacerá tres años más tarde su única hija, María del Carmen.
Es en el norte de África donde labra su fulgurante carrera a fuerza de arrojo personal y del uso de una extrema dureza con sus soldados. En el año de su boda, Franco regresa al protectorado de Marruecos para ponerse al frente de la primera bandera de la Legión.
Suceden vertiginosos tiempos de ascenso militar
(teniente coronel en ese 1923 y coronel en 1925) hasta convertirse en 1926 en
el segundo general más joven de Europa, pues es general de brigada con solo 33 años. Franco es por aquel entonces un militar popular y
repleto de prestigio, es además un africanista que en 1928 es nombrado director general de
la Academia General
Militar de Zaragoza.
En junio de 1931, recién instaurada la Segunda República,
el ministro de la Guerra del Gobierno provisional, Manuel Azaña,
decreta el cierre de la Academia zaragozana y con él el cese de su director.
Comandante militar de La Coruña en 1932 y de Baleares
en los dos años siguientes fueron sus dos primeros cargos durante el régimen
republicano.
Ya en el llamado bienio rectificador (negro en
calificativo aún en uso), ascendió a general de división y, además, cuando en
1934 estalló la Revolución de Octubre, el ministro de la Guerra, Diego Hidalgo Durán,
le nombró su asesor para luchar contra aquélla. Franco propuso desde Madrid el
envío de la Legión a Asturias con órdenes estrictas de actuar con cuanta
violencia fuese necesaria. El día 19 los revolucionarios se rendían. La fama de
Franco entre los contrarios al régimen republicano era enorme.
En febrero de 1935 fue nombrado comandante en jefe del
Ejército en el protectorado de Marruecos y tres meses después asumió la jefatura del Estado Mayor Central, tras ser designado para tal función por el ministro
de la Guerra, el líder cedista José
María Gil-Robles.
Cuando en febrero de 1936 venció electoralmente
el Frente Popular, a Franco se le destinó a las islas Canarias como
comandante general, luego de sugerir infructuosamente al presidente del
Gobierno, Manuel Portela
Valladares, que declarara el
estado de guerra y anulara los resultados electorales.
La Guerra Civil y
el “primer franquismo”
Franco participó en la sublevación militar contra
el Gobierno frentepopulista, iniciada el 17 de julio en Marruecos y origen de
la Guerra Civil.
Dos días más tarde llegó a Tetuán para tomar el mando
del Ejército de África, y a finales de septiembre los dirigentes rebeldes le
nombraron generalísimo de las
fuerzas militares y jefe del Gobierno, cargo este último al que añadió al asumir los anteriores el día 1 de
octubre el de jefe del Estado.
Comenzaba la dictadura de Franco, comenzaba el franquismo.
En abril del año siguiente unificó por decreto a las
fuerzas políticas sublevadas bajo el nombre de Falange Española Tradicionalista
y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET y de las JONS), el
partido único al que se llamará incluso oficialmente más a menudo Movimiento Nacional.
Constituyó su primer Gobierno el 30 de enero de 1938,
y el 1 de abril del año siguiente concluía la guerra con su victoria. Franco y
los vencedores del conflicto crearon un régimen antidemocrático, sin partidos políticos, sin división de poderes y sin libertades, un
régimen antiliberal, anticomunista, represor
de cuanto oliera a todo aquello que negaba, nacionalcatólico
y corporativista, más
exactamente nacionalsindicalista, con ínfulas parafascistas en sus inicios, cuando los
estados nazi alemán y fascista italiano aún parecía que podían ganar la Segunda Guerra Mundial, iniciada en el año 39.
El “segundo
franquismo”
Durante lo que dio en llamarse el segundo franquismo,
a partir de la década de los años 50, Franco gobernó su dictadura añadiendo lo
que se ha dado en llamar ideología desarrollista, una
nueva legitimación aprovechando los aires de crecimiento económico del entorno
occidental (al que el régimen se adhirió cuando transformó su inicial política
autárquica en otra potencialmente liberal basada en el denominado Plan de Estabilización de 1959), al tiempo que se producían significativos cambios en la
sociedad y en las mentalidades españolas a partir de la década de los 60.
Todo, sin dejar de ejercer una autocracia basada
en la integridad de la patria, en la confesionalidad del Estado y en la monarquía tradicional (Franco fue una especie de monarca o de regente de un monarca que
habría de llegar alguna vez).
El Estado creado por la dictadura franquista se completaría
institucionalmente en 1967, el año de la promulgación de la Ley Orgánica del
Estado, la culminación de las siete
Leyes Fundamentales, el peculiar
acercamiento al constitucionalismo del régimen franquista: Fuero del Trabajo
(marzo de 1938), Ley Constitutiva de las Cortes Españolas (julio de 1942),
Fuero de los Españoles (julio de 1945), Ley del Referéndum Nacional (octubre de
1945), Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (julio de 1947), Ley de Principios
Fundamentales del Movimiento Nacional (mayo de 1958) y la ya citada Ley
Orgánica del Estado.
En 1969, Franco instauró la monarquía (no la restauró) y nombró −en tanto que príncipe de España− como
sucesor a título de rey al nieto de Alfonso
XIII, al futuro Juan Carlos I.
Cuatro años después, el anciano dictador renunció a
seguir presidiendo el Gobierno y cedió la jefatura del mismo a su “mano
derecha”, el almirante Luis
Carrero Blanco. Esta última
etapa del régimen de Franco, conocida habitualmente como tardofranquismo,
vio agudizadas las tensiones entre los inmovilistas y los aperturistas.
El asesinato de Carrero Blanco a manos de la banda
terrorista separatista vasca Euskadi
ta Askatasuna (ETA), en
diciembre de aquel año 73, supuso la llegada a la jefatura gubernamental
de Carlos Arias Navarro.
El 14 de octubre de 1975 comenzó la grave enfermedad
de Franco que acabará con su vida un mes más tarde. Su sucesor como jefe del
Estado será el rey Juan Carlos I, que ya había asumido esa responsabilidad
interinamente semanas antes, tal y como hizo en el año 74 ante otra dolencia
menos grave del dictador. Finalizaba el franquismo y comenzaba la transición.

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