Se nace el 13 de septiembre de 1958. ¿Dónde? En la explotación minera de La Cruz, en la andaluza Linares, en Jaén. Se nace y se es Javier de Juan. Se nace cinco años antes que yo.
Javier de Juan, tan madrileño como muchos madrileños que nacen donde quieren y pueden o saben, es mucho más que un artista plástico, multidisciplinar (sí, por supuesto), es un creador, así a lo grande: Un Creador. Yo supe de él en 1984, cuando aquella revista de historietas, aquel tebeo, aquel cómic llamado Madriz, fruto del esfuerzo del Ayuntamiento de Madrid por hacer de lo creativo un monumento social de convivencia, nació para que en sus escasos tres años me pusiera en mi sitio. ¿En cuál? No importa. Mi sitio.
Javier de Juan
imagina y da a la luz tras explorar todos los lenguajes creativos. Dibujante
antes que nada, pintor de carteles (el primero suyo es de 1975 y fue para
anunciar un concierto madrileño de Suso Saiz), grabador (obtuvo el Premio
Nacional de Grabado en 1995), dibujante y escritor de cómics (recuerdo así,
a bote pronto, su aparición estelar en el único número, aparecido en 1985, de
la revista Complot!), de novelas gráficas, autor de murales como
el del aeropuerto Barajas (de 2000, hoy en la T2 del llamado aeropuerto Adolfo
Suárez Madrid-Barajas), creador audiovisual, escultor, autor de logotipos y
tipografías (su misma letra es parte identificadora de su arte), portadista de discos
y libros, las imágenes nacidas del arte de Javier de Juan incluso están
reflejadas en textiles y en joyería.
Con motivo de la exposición ‘Javier Juan en el corazón de la ciudad’, celebrada a lo largo de casi todo el año 2025 (de abril a octubre) en el madrileño Museo Nacional de Artes Decorativas, la comisaria de la muestra y gestora cultural de arte contemporáneo, Julieta de Haro, escribió que el principio que rige dicha exposición, con lo que todo empieza, es “el dibujo y su aplicación a múltiples ámbitos creativos”. El dibujo: el auténtico “motor que mueve el universo de Javier de Juan”.
De Haro considera, y
no le falta razón, que Javier de Juan “es un artista fruto de los años 80, una
generación que despierta de un mundo gris y se abre a una vida que abandera la
libertad de expresión y de pensamiento, la narrativa de lo maldito y que
ejercita la irreverencia como práctica de modernidad y avance”. Para Javier de
Juan, hay en todo esto dos palabras clave: autoestima y futuro.
Ambas fueron, nos explica, “dos palancas que hicieron agitar la coctelera
creativa”.
Él, sigo con las
palabras de Julieta de Haro, “catalizó con sus imágenes una juventud que
palpitaba en la calle, ávida por descubrir y mezclarse con el otro,
convirtiéndose algunas de sus obras en verdaderos símbolos de una generación”.
Vaya que sí.
La exposición ‘Javier
Juan en el corazón de la ciudad’, que disfruté sensacionalmente, es una
mirada retrospectiva de los más de cuarenta años de actividad creadora de un
artista fundamental de la reciente historia española.
En Madriz seguimos esperando a Godot, aunque Javier nos recuerde que seguramente el tal Godot nunca acabe por llegar y quienes estamos aquí, agazapados en la espera, deberíamos prepararnos para disfrutar el tenue esplendor de lo que podemos hacer o no con nuestras propias vidas. Andar con paso firme desde el futuro hasta el futuro (en estos tiempos raros). Estar vivo era moverse. Tú, que tienes los ojos llenos de imágenes. Los ojos y las manos. Tú, Javier de Juan, pura vida en el corazón de la ciudad. Vámonos que nos vamos pisando fuerte. Y, si llega el Apocalipsis, dile que pase.
“Soy un hombre de mis tiempos
y cada tiempo es mi tiempo”.
Javier de Juan



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